Celular ¿peligrosa enfermedad?

De ser un instrumento comunicacional excelente ha pasado a convertirse en una enfermedad silenciosa, que corroe los cimientos de la salud mental y física.

La discusión sobre este tema no puede estar suscrita a la aversión tecnológica pues se acepta su importante aplicación; es similar al cuestionamiento a las bebidas gaseosas por su efecto en la obesidad y no por su sabor o utilidad.

En este sentido, el uso del celular ha provocado siete efectos que afectan ostensiblemente la salud mental del usuario.

Primero, se ha convertido en un objeto que se encuentra como prolongación del cuerpo y su olvido convierte al poseedor en alguien sin sentido, desprovisto de un miembro, causando angustia, desesperación, bloqueos, con los consiguientes efectos.

Segundo, ha modificado la cultura del respeto al otro convirtiéndolo en un secundario pues la llamada, por intrascendente que sea, obliga a contestarla sin tomar en cuenta a quien está delante, afectando la conversación.

Tercero, ha limitado en grado extremo la capacidad cerebral en tanto escenario completo al parcializar la realidad a pequeños cuadros que disminuyen la posibilidad de ver el mundo de modo integral, logrando ser un incapacitador intelectual.

Cuarto, su uso no ha sido relacionado con la educación, cultura y el crecimiento social pues los niveles de conocimiento se han cerrado a límites impensables donde ni siquiera las calles de una ciudad están en la memoria del usuario.

Quinto, ha provocado un cambio drástico en la comunicación afectiva, presencial, quebrando la tertulia como espacio de ternuras y compartimiento de experiencias vividas.

Sexto, se ha perdido la potencialidad de la comunicación presencial para creer que se está ante otro, aunque virtualmente, de tal modo que la sensación es de estar acompañado cuando no lo es realmente.Como búsqueda de compañía demuestra el problema de la soledad efectiva.

Séptimo, al conocerse que existe una energía que se transmite en el espacio radioeléctrico, se sabe que esta puede dañar las conexiones cerebrales e incluso órganos del cuerpo al mantenerse junto a ellos, especialmente los sexuales o reproductivos.

Lo anterior genera el individualismo extremo, la posición encorvada, la tensión permanente, el quiebre mental, entre otros elementos, que provocan serios quebrantos de salud emocional, intelectual, física, comprobado en la forma de actuar del individuo “moderno”.

Sin desconocer su importancia, especialmente en casos de necesidad urgente o como herramienta intelectual, es posible dar un diagnóstico global que no toma todo el espectro de la insalud: daños evidentes en la visión y la piel, aislamiento, individualismo, baja en la productividad, pérdida de tiempo constante, desconcentración, ortografía inclemente y conocimiento disminuido, pérdida de la fluidez comunicativa, problemas auditivos, lo que se traducen en un nuevo tipo de niñez, sedentaria, con pérdida de interés en la realidad, espectadora y no participativa (deporte, por ejemplo), con escasa interacción, afectando gravemente la sociabilidad, base de la convivencia humana.

Es dable afirmar que más del 90% de lo “comunicado”, si no se hubiera dado, tampoco habría cambiado la realidad, es decir, es superficial e innecesario.

Sin embargo, ante este panorama preocupante es factible esbozar diversas alternativas prácticas en la medida que no exista una política de salud mental estructurada.

Las recientes medidas en algunos restaurantes de alto nivel sugiriendo no usar el celular durante la comida son bienvenidos; la prohibición para docentes y estudiantes de emplear el aparato en clases es decisivo, exceptuando su uso académico obviamente; recuperar el hábito de la cena o desayuno como momento de recreación; limitación en las empresas como riesgo de seguridad o bienestar; práctica deportiva sin celular; apagar el celular en la noche para que no interrumpa horas de sueño; conducir sin relación directa con el aparato debido al riesgo en seguridad y la de los demás, incluso los peatones también pueden poner en riesgo su vida.

Utilizar el celular como utensilio de imprescindible contacto humano es el principio fundamental para la humanidad. Convertirlo en una herramienta cultural es su propósito inmediato. Emplearlo como vínculo de afectividad es su esencia vital. El tiempo es irrecuperable.

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