Hace dos semanas se inició la era Boric al mando de la primera magistratura del país y, como es natural, cada gobierno intenta paulatinamente explayar su relato político y cumplir aquellas promesas y planes ofrecidos a las ciudadanas y ciudadanos.
Lo que también es cierto es que cada nueva administración también debe trabajar en las asignaturas pendientes que vienen de gobiernos anteriores. Una de ellas es la salud en nuestro país. Si bien nuestro personal médico ha realizado una tarea titánica en la lucha contra la pandemia y en el brillante proceso de vacunación, eso no ha impedido lamentablemente quedar atrasado en otras vitales prestaciones médicas esenciales y apremiantes, como son intervenciones quirúrgicas y la olla en ebullición que significa nuestro deficiente sistema de salud mental.
Pero hoy estimada ministra Yarza, quiero hablarle de la "otra pandemia" que nos afecta: el cáncer.
Con decepción y estupor nos enteramos días atrás de la inexplicable suspensión del proyecto del Hospital Zona Norte en Santiago que sería un alivio para más de 1 millón de habitantes, tal decepción y preocupación también yace sobre el proyecto del nuevo Instituto Nacional del Cáncer, que si bien se encuentra con mayores etapas de avance en su pronta y necesaria construcción, existe el temor que por conjeturas administrativas termine por dilatarse. Hoy se pueden prestar menos de 50 mil atenciones y con el nuevo centro estas llegarían a las 250 mil. Muchas vidas dependen de este proyecto, señora ministra.
Pasada las grandes y dolorosas consecuencias post-pandemia nuestras asignaturas en materia de salud comenzarán a doler nuevamente, pero si logramos poner al Estado al servicio de las personas y poder entregarles un digno acceso a la salud, todas las lecciones aprendidas estos dos últimos años valdrán mucho la pena. A disminuir la brecha en la salud pública, con mucho cariño la invito cordialmente, señora ministra.
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