Se ha debatido ampliamente sobre los diferentes factores que influirían en el costo de los medicamentos, buscando explicaciones a una realidad ineludible. El impacto directo del costo en el bolsillo de los chilenos y chilenas es especialmente dramático en los medicamentos innovadores o nuevos.
Según estudio realizado por la Cámara de la Innovación Farmacéutica (CIF) Chile ocupa el último lugar de la OCDE con sólo un 6% de cobertura en moléculas nuevas o innovadoras a diferencia de Corea e Irlanda que reembolsan 70% y 95% respectivamente, teniendo un presupuesto en salud comparable con Chile.
En el sistema sanitario chileno los medicamentos son entregados a las leyes de la oferta y la demanda, en nombre de mejorar una eficiencia que nunca llegó y un resguardo de libertades que son ejercidas por la población con más recursos.
Para la población más vulnerable y excluida, oprimida por la transacción del bienestar en el mercado, la alternativa es ser depositario de beneficios modestos asociados a estigmas de pobreza y marginalidad. Y es entonces donde la clase media, la inmensa mayoría, queda aprisionada entre estas dos realidades, siendo obligada a la compra de fármacos innovadores y a servicios de salud privados, a costa del endeudamiento.
Insistir en una fórmula que ha mostrado su ineficiencia me recuerda la obra de Moliere, El Enfermo Imaginario, que satirizaba a los médicos de su época que se limitaban a purgar y sangrar como única medida para enfrentar la enfermedad.
Un ejemplo, el incremento del 1% en la tasa de desempleo incrementa la mortalidad por suicidio en personas menores de 65 años. Por el contrario, este efecto se reduce e incluso desaparece cuando existen políticas activas para el empleo (formación, estímulo financiero a la contratación de desempleados jóvenes o mayores, etc.).
Ahora debemos decidir en qué lugar de la historia queremos estar. Si deseamos levantar reformas y estrategias que mejoren temporalmente el acceso y las formas de relación o propendemos a una posibilidad real de transformación, hacia un sistema de salud justo, de calidad y digno, para todos y todas.
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