En nuestro país la automedicación es un problema de preocupación sanitaria, ya que conlleva riesgos para la salud de la población como reacciones adversas, interacciones, falta de efectividad de un tratamiento farmacológico, enmascarar síntomas de una enfermedad grave, generar resistencia -en el caso de los antibióticos- y hasta la muerte.
Lamentablemente, esta práctica aumenta durante los meses fríos gracias a las condiciones ambientales como el encierro, la falta de ventilación adecuada y los tipos de calefacción, que propician la aparición de resfríos, gripes e infecciones respiratorias causadas por virus y bacterias.
En este sentido, la utilización de antigripales o analgésicos -de venta directa en farmacias- para aliviar los síntomas que éstos causan podrían traer graves consecuencias, sobre todo en grupos como los niños, personas mayores y pacientes con enfermedades crónicas. En el caso de los antigripales, éstos combinan varios principios activos como analgésicos, antitusivos, antihistamínicos y descongestionantes nasales, pudiendo causar interacciones sobre todo en pacientes que ya mantienen algún tratamiento farmacológico.
También muchos tienden a pensar que su uso prolongado o incluir otros medicamentos con los mismos principios -otros analgésicos o jarabes para la tos, por ejemplo- provocarían un aumento en la efectividad del manejo de los síntomas. Esta es una equivocación rotunda y sólo podría desencadenar un desastre para nuestra salud, exponiéndonos a una intoxicación, en el mejor de los casos.
La automedicación es un tema permanente. Ya en 2018 el Instituto de Salud Pública (ISP) informaba que sólo durante un trimestre casi 12 millones de cajas de medicamentos habían sido adquiridas por los chilenos, siendo 58% de ellos analgésicos y antiinflamatorios. De hecho, la misma institución comunicaba a fines de 2021 que paracetamol, ibuprofeno y ketorolaco habían sido los medicamentos más vendidos en el país. Asimismo, un estudio publicado en 2019 de la Universidad de Valparaíso revelaba que existían 11 mil hospitalizados cada año por el abuso o uso indiscriminado de fármacos, con cerca de un centenar de fallecimientos anuales.
Requerimos de una población informada y comprometida con su salud, una que entienda la importancia de tratar las enfermedades y no sólo los síntomas.
Es necesario contar con la información precisa de qué síntomas podría aliviar un fármaco que queramos consumir y la posología indicada. Pero para esto, la orientación de especialistas es fundamental; como profesionales sanitarios -disponibles en cada farmacia del país- es nuestra responsabilidad educar a los pacientes y hacerlos consientes que todos los medicamentos tienen compuestos que pueden generar complicaciones por su mal uso, por más inofensivos que parezcan.
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