En estos momentos el sobrepeso y la obesidad son consideradas una epidemia en Europa y es algo, que a medida que pasa el tiempo, sólo se va agudizando. Solo por esta causa se provocan más del 13% de muertes al año en ese continente, según el último informe que entregó la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante esta semana.
Tuve la oportunidad de asistir al Congreso Europeo de Obesidad en Holanda por estos días y pude escuchar por primera vez a personas que viven con obesidad en los simposios. Me llamó mucho la atención cómo son activos en la búsqueda de soluciones para transformar las ciudades en lugares amigables para el movimiento a pie y hacerlas más seguras para estimular el juego de los niños, inculcando la vida sana desde la cuna.
Claramente, no es el único continente que tiene este problema, ya que a nivel mundial las cifras son más altas de lo esperado y por esto se habla de pandemia. En Chile específicamente, y según datos de la OCDE, el 74,2% de la población adulta en nuestro país sufre de sobrepeso u obesidad, cifra que lo sitúa en el segundo lugar de mayor prevalencia de esta enfermedad en países del grupo, después de México (75,2%) e incluso superando a Estados Unidos (71%).
¿Qué aprendemos con eso? Que debemos preocuparnos, o más bien ocuparnos. Es por esto que considero de suma urgencia que los países consideremos la obesidad como una enfermedad crónica y tomemos medidas efectivas ante ello, considerando que esta enfermedad causa más de 1,2 millones de muertes por año y origina al menos 13 tipos de cáncer y sería el origen de 200.000 nuevos casos de cáncer al año, según la OMS.
En estos momentos no hay países -al menos de la Unión Europea y ex repúblicas soviéticas- que estén cumpliendo las metas de detener el avance de la obesidad. Muy por el contrario, tras la pandemia el incremento en los índices de obesidad se ha hecho sentir. Y en Chile el aumento de ansiedad, y por ende de consumo de alimentos poco saludables, además de la escasa actividad física de ese período, ayudó a profundizar estos problemas y las consecuencias las estamos viendo en estos momentos.
Una de las propuestas que puede ayudar a mejorar los índices o al menos comenzar a ir a la baja es aumentar la inversión en investigación e innovación en salud. Además, la idea de aumentar impuestos a comidas no saludables y subvencionar las saludables es una de las líneas de acción que se sugieren en el informe de la OMS.
Lo cierto es que la obesidad es un tema complejo y con múltiples dimensiones lo que significa que debemos atacar este problema desde variadas perspectivas para así poder detener el incremento en las cifras. En Chile, nuestra tarea es hacernos cargo y comenzar a discutir el proyecto de ley que ingresó el año pasado en Congreso y que declara a la obesidad como una enfermedad crónica. Seamos pineros y demos el ejemplo.
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