Hace dos semanas me vacuné en mi hospital base: contra influenza y Covid, y tal como le pedí jocosamente a las enfermeras del vacunatorio, "toda vacuna que pueda, póngamela", lo que era verdad, no un chiste.
¿La razón? Súper simple: las vacunas han salvado 145 millones de vidas en 50 años de uso, cifra estimada de manera seria y publicada recientemente en Lancet, una revista científica seria. Más aún, en nuestro país, gracias a la nueva vacuna contra el virus respiratorio sincicial, no tuvimos ningún niño muerto por esta enfermedad el año 2024. Una hazaña que pocos países pueden mostrar.
Por tanto, ya a mis 49 años ¿Hay alguna razón para no protegerme? No. Por el contrario, tengo muchas más razones para protegerme: mis hijos, mi pareja, mis amigos y familia.
Además, soy parte del equipo de salud, por ende, mi deber es no ser un agente que propague infecciones a las personas que atiendo. Con eso claro, como ciudadano común y corriente, resulta bastante desmotivante ver que hay actores políticos que mienten desprolijamente y sin pudor, atacando las campañas de vacunación, posiblemente pensando en aparecer como una alternativa "llamativa" o "disruptiva" en el mercado electoral o talvez escudándose en la ignorancia de creer cualquier tontera que esté publicada en internet.
La experiencia me ha demostrado que es una pésima idea pensar que la mentira pueda ser una opción electoral. Menos cuando está en juego la vida de las personas. Menos cuando estamos salvando cada vez más vidas con esta estrategia de salud, permitiendo que esas personas puedan llevar una vida mejor. ¿O tienen alguna duda de eso los padres de niños afectados por VRS el 2024?
Seamos responsables, alguien que miente con el tema de vacunas no puede ser una opción presidencial.
Chile ha mejorado sus niveles de vida, entre otras cosas gracias a la estrategia del calendario nacional de inmunizaciones (vacunación), creado y mantenido desde hace casi 50 años. Vale decir, una decisión de Estado, mantenida con un trabajo transversal, constante y serio.
Ese mismo trabajo serio en salud, llevado a cabo por todos los gobiernos de distinto signo político que han pasado, ha generado mejoras evidentes en la atención en los últimos 30 años: una atención primaria más fuerte que es capaz de atender enfermedades crónicas, atención de complejidad de punta en hospitales públicos y una integración público-privada que se orienta a esa resolución con mecanismos de control y regulación más eficientes, son el ejemplo.
Seriedad, no vulgaridad ni chapucería. Una seriedad que han tenido todas las autoridades en salud, previas y actuales. Seriedad que debemos mantener y defender, como sector salud, por el bienestar de todos.
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