Muchos de los que vivimos nuestra infancia y adolescencia en dictadura hemos debido en el tiempo desarrollar la memoria oral, los relatos de vida y la afición por lo documental, con el fin único de reconstruir una genealogía de lo que verdaderamente es la democracia, la libertad de pensamiento y de expresión, porque los referentes teóricos, en los años de nuestra educación, estaban teñidos de la pesada carga de la dictadura cívico-militar y de los mandatos juveniles a los liceos públicos de una secretaria de la juventud que, socio-estructuralmente, teñía las identidades de las y los jóvenes de una fascistización, junto con la violencia estatal que eliminaba y/o reprimía a las identidades juveniles disidentes, bajo el amparo de rectores designados.
Por ello me es fácil reconocer los rasgos invariables de la fascistización. Como diría Bolaño, "se acuestan, se levantan, y viven conmigo". Al respecto, me parece importante levantar dos alertas respecto de noticias señaladas en los medios en nuestro país durante este mes como rasgos de acción social hacia una neofascistización:
Primero. La solicitud de los honorables diputados Harry Jürgensen y Cristóbal Urruticoechea, ideológicamente cercanos al Partido Republicano, quienes en oficio de julio de este año a la Universidad de Chile y a la Universidad de Santiago (Oficio 76052) pide información respecto de "cursos, centros, programas y planes de estudio (...) de género, ideología de género, perspectiva de género, diversidad sexual y feminismo, (...) principales características (...) e individualizando a los funcionarios o docentes que están a cargo de ellos (...) informe cuántos recursos destina anualmente para financiar los cursos, centros, programas y planes de estudios que se refieren a temáticas relacionadas con estudios de género, ideología de género, perspectiva de género, diversidad sexual y feminismo".
Segundo. La limpieza de imagen que realiza el diario El Mercurio el 24 de octubre de 2021, en las páginas de Sociedad, a uno de los más grandes criminales de guerra y creador de la Gestapo, identificándolo como "laureado mariscal", no sin destacar que burló con un suicidio la condena de los tribunales de Nuremberg.
En el primer caso se trata de un intervencionismo a la autonomía universitaria, académica, administrativa y económica (Ley 21.094 .Art 2), al pasar a llevar la personalidad jurídica de derecho y patrimonio que le son propias a la universidades estatales y solicitar por oficio tales informaciones específicamente sobre "ideología de género", "individualizando a los funcionarios o docentes que están a cargo de ellos". Primero porque las cátedras universitarias son públicas, plurales y diversas; y segundo porque un mandato de esta naturaleza levanta la idea de censura a la libertad de cátedra, no sin antes, obligarnos a rememorar las persecuciones y muertes ideológicas ocurridas en la académica en dictadura.
El texto no es con fines de fiscalización, y por ello es preciso denunciar y rechazar este intervencionismo que atenta con la función social universitaria, con la ética del compromiso con las personas que quedan al margen del tejido social. Mantener un compromiso con la igualdad de género y la pluralidad es una responsabilidad social de las universidades, principalmente porque se parte de la premisa que la Educación Superior en un bien público y no una mercancía.
En el segundo caso es claramente una fascistización, dado que la página busca mediáticamente una cara amable de un genocida al mismo tiempo que se le rinde tributo, naturalizando en la vida diaria, su patina de sombra y sangre. No es posible que este medio de comunicación le dé soporte civil e ideológico a un criminal de derechos humanos. Como sociedad chilena debiésemos esperar que se desdiga y haga un comunicado de "nunca más". El conservadurismo del medio no puede estar por sobre los DD.HH. y menos mantenerse inexcusable.
Quiero cerrar este escrito recordándoles que el fascismo no se da de un día para otro y puede repetirse en Chile y Latinoamérica. Es labor de todas y todos cuidar la libertad y los derechos humanos. No debemos esperar los desfiles fascistas de antaño. Una evidente confusión de un medio conservador con una propaganda totalitaria subsumida en una página de sociedad, un oficio que busque identificar al profesorado universitario por visibilizar e incluir las diversidades sexuales en la vida en sociedad y la vigilancia a los programas de estudios... bien pueden ser un síntoma.
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