Bono de natalidad: ¿Una respuesta o una burla?

¿Un millón de pesos es realmente un incentivo para tener un/a hijo/a? Veámoslo de esta forma; en el primer mes, un lactante puede usar entre 10 y 12 pañales al día, lo que al mes supone entre 300 y 360 pañales. Considerando un paquete de 148 pañales a un valor aproximado de $50.000, este alcanza para un poco más de 12 días. Con un millón de pesos podrías comprar pañales para menos de 10 meses, es decir, no alcanzaría ni para cubrir los pañales hasta que el niño o niña deje de usarlos, lo que suele ocurrir alrededor de los 3 años. Y todo esto sin contar alimento, vivienda, salud, ropa, productos de higiene, y un sinfín de otros gastos que implica la crianza.

Este mes, el candidato presidencial del Partido Republicano, José Antonio Kast, anunció el "Plan Chile renace", para enfrentar la crisis de natalidad que vive el país y apoyar a la maternidad. Entre estas medidas, un bono de $1 millón directo para la madre y otro para el ahorro del hijo.

Aquella medida no solo evidencia un profundo desconocimiento de la realidad de nuestro país, sino que también una alarmante combinación de desprecio y violencia hacia las mujeres y personas con capacidad de gestar. Pretender que la entrega de un millón de pesos contribuye a la toma de decisión de traer un nuevo ser humano al mundo, revela una preocupante falta de perspectiva para afrontar la crisis de natalidad en nuestro país.

Al respecto, son múltiples las causales que nos han llevado a la situación actual, y fundamental entender diversos aspectos para comenzar a hablar de este tema.

Por un lado, se sigue depositando exclusivamente en las mujeres la responsabilidad de "solucionar" el problema de la natalidad, como si fueran las únicas encargadas de sostener demográficamente al país. Y no sería extraño ser testigos de discursos con amplia tribuna, que demonizan los avances en materia de Derechos para las mujeres en relación a su salud reproductiva, culpando al avance de la anticoncepción y de las leyes de interrupción de embarazo como las responsables de la crisis, siendo que hay problemas estructurales que avalan dicha problemática.

Se recurre a un populismo burdo de subsidio, entregando un monto irrisorio que, con los pies bien puestos en la realidad, da cuenta de que no se tiene idea de los reales costos de criar a un ser humano en condiciones dignas en el 2025, tanto materiales como simbólicos.

Finalmente, se banaliza el problema estructural del descenso de la natalidad, y se invisibilizan factores claves que han llevado a que nuestra sociedad cambie y priorice otras cosas en comparación a como lo hicieron las antiguas generaciones. Ignorando deliberadamente la necesidad de políticas públicas serias, integrales y con enfoque de derechos que permitan sostener el crecimiento de una sociedad, poniendo énfasis claros en la materialidad concreta, pero también en la desigualdad, la inequidad, las labores de cuidado, en la infraestructura de las ciudades, el sistema educativo y la cobertura de salud, entre otros importantes desafíos que vivimos.

Cuando se comprenda que la reproducción y la crianza no son tareas individuales ni exclusivas de las mujeres, sino sociales y colectivas, podremos empezar a hablar en serio de cómo abordamos la problemática de la natalidad. Para eso, necesitamos políticas públicas que no se limiten a repartir bonos, sino que transformen las estructuras que perpetúan la desigualdad, eliminando brechas de género, garantizando sueldos dignos, acceso a cuidados compartidos, y condiciones reales para elegir libremente.

Para ello se quiere de candidaturas que sobrevuelen Chile y tengan propuestas de país para enfrentar los desafíos de estos tiempos. Las respuestas de este tipo, que perpetúan formas violentas hacia las mujeres y personas con capacidad de gestar, sin introducir propuestas que de verdad permitan explicar lo que vivencian y responder a ello de manera consciente, no sirven.

Y para esto se requiere bastante más que un millón de pesos.

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