"Las ideologías llevan inevitablemente a la decepción, porque tienden a lo perfecto, que luego el contacto con la vida real hacen imposible", señalaba un gran pensador español Enrique Tierno Galván.
Muchos hoy se preguntan que ha pasado con el Frente Amplio y el Partido Comunista, que han cambiado su posición frente a posturas que tuvieron cuando fueron oposición. Los ejemplos son innumerables, pero solo como muestra la citación al Cosena. Algunos dirán que otra cosa es con guitarra. En el fondo lo que ha pasado es que la realidad ha superado a la ideología.
Me parece necesario primero aclarar lo que es una ideología porque mucho se habla pero poco se entiende. La ideología -según la RAE- es el "conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.". Otros simplificadamente lo definen como "el conjunto de ideas que orienta nuestro actuar".
Siendo así, todos tenemos una ideología que orienta nuestra vida, por lo tanto no es patrimonio de nadie. Es así que nuestra ideología se va conformando en una relación simbiótica con la realidad que nos toca vivir, apoyadas o confrontadas con las visiones religiosas, políticas o filosóficas que explican el sentido de nuestra existencia.
Lo normal es que nuestra ideología vaya cambiando y madurando producto de lo que la vida nos ha ido enseñando. El pensador católico José Kentenich decía que la vida se hace "con las manos en el pulso del tiempo y la mirada en el corazón de Dios".
Bien, pero el tema aquí no es personal, es colectivo. En efecto, la realidad que movió al país en la crisis de octubre de 2019 no tiene mucho que ver con la que nos mueve en la crisis de 2023 y 2024. Los problemas del estallido estaban centrados en justicia social; educación, pensiones y viviendas, entre otros. Los problemas de hoy están centrados en la seguridad. El problema es que con inseguridad no hay una efectiva libertad y una real democracia. Estamos todos temerosos, escondidos, desconfiados, en la calle y en nuestro propio hogar. Siendo así, las demandas -sin perder su importancia- se desvanecen frente a este problema que es una real prioridad.
Nos afecta a todos pero muy especialmente a quienes tienen más carencias sociales. Sus barrios son hoy invivibles, no tienen seguridad frente a la propia vida y a la de su familia. Cuando se les consulta cuál es el principal problema que viven, señalan a la inseguridad, después vienen las demandas históricas.
Cuando hay una ideología sana, es propio y natural que se vaya adaptando a las necesidades y requerimientos del momento. El cambio es sustancial a la vida humana y por lo tanto a la ideología.
El problema es el "ideologismo", cuando las ideas se ponen por sobre la realidad y no dialogan con ella, sino que responden a un discurso teórico aprendido que trata de explicar la realidad pero con una visión unilateral, incompleta y rígida. Es lo que nos pasó en el país a fines de los '60 y principios de los '70. El marxismo se transformó en un ideologismo que no buscaba dialogar con la realidad, sino que estaba por sobre la misma. Cuando trataban de explicar la realidad vivida, siempre usaban una frase de Marx, como para decir que lo que se estaba viviendo ya había sido previsto por él. De esta manera más que un pensador parecía un profeta. Así, la mayoría de Chile iba por un lado y la Izquierda por otro.
Por lo tanto, no es de sorprenderse que quienes nos gobiernan hoy hayan cambiado de visión producto de la realidad a la que les ha tocado responder. Si hubiese sido de otra manera estaríamos en un caos de ingobernabilidad.
Es cierto, hay sectores que están enfermos de "ideologismo" tanto en la extrema izquierda como en la extrema derecha. Son sectores que anteponen su ideología a la realidad y no buscan responder y adecuarse a la realidad con ella. Son las tendencias más peligrosas para la sociedad y podemos descubrirlas como se expresan en diversos temas en discusión en el congreso. Son tantas que daría para mucho, excediendo los límites de esta columna. Prefiero no sugerirles nada al respecto para que usted construya su propia opinión.
Las ideologías políticas, filosóficas o religiosas se basan en ideales y por lo tanto en una perfección que no existe, como decía al comienzo Gonzalo Tierno, por eso deben ir dialogando con la realidad y adecuándose a los tiempos. Cuando por el contrario son realidades estáticas donde se anquilosan al no dar respuesta al tiempo, estamos en presencia del "Ideologismo".
Por lo tanto, el mal no está en la ideología, sino en el ideologismo.
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