Día Nacional de los Pueblos Indígenas: la deuda pendiente con sus mujeres

La pandemia de Covid-19 dejó en evidencia diversas brechas que se acrecentaron en distintos colectivos sociales, principalmente respecto de las mujeres: según Cepal, por ejemplo, las mayores caídas en los niveles de ocupación ocurrieron entre las mujeres de hogares con niñas y niños entre 0 y 4 años. Estas desigualdades se acrecentaron en la medida que el género se entrecruza con otros ejes de diferenciación como es la pertenencia a pueblos indígenas.

El 21 de junio se conmemora el Día Nacional de los Pueblos Indígenas en Chile, y aún la deuda histórica y social con las mujeres indígenas es tremenda. Un estudio de la Fundación Prodemu muestra, claramente, que las barreras y oportunidades del mercado sociolaboral varían según las diferentes condiciones sociales, reproduciendo normas culturales y generando escenarios de discriminación múltiples y simultáneos en nuestro país, como es el caso de las mujeres indígenas.

Pero, además, en el último tiempo se han acrecentado las violencias, las discriminaciones y exclusiones de algunos grupos, que son blanco de estereotipos, falsas creencias y prejuicios muy arraigados que ratifican la marginación sociolaboral, o incluso generan condiciones para lo que Bader Sawaia (2002) llama "inclusión perversa": es decir, como sectores mal llamados "minorías", son integrados en la sociedad, pero en aquellos espacios sociales, educativos, laborales, residenciales y económicos menos valorados a nivel ciudadano.

Según los datos del estudio señalado, las mujeres indígenas tienen serias dificultades para completar su Educación Media, en particular las mujeres mayores o quienes se ubican en zonas rurales. Asimismo, presentan serias dificultades de autonomía económica y también de financiamiento para combinar estudios con diversas responsabilidades de cuidados. Más de la mitad de las personas encuestadas señaló no encontrarse cotizando actualmente (69,9%).

En muchas de las experiencias de vida de las mujeres indígenas se verifica una triple jornada: una combinación de tareas reproductivas, productivas y de manutención familiar directa (cosechas familiares). De hecho, en dicha investigación se enfatiza que el número de personas inactivas dentro del colectivo indígena es alto debido, precisamente, a la conjunción de labores domésticas y de cuidados.

De igual modo, se ven afectadas porque muchas mujeres que habitan en zonas rurales tienen dificultades de conectividad digital y accesibilidad territorial, por vivir en sectores aislados, con escasa locomoción colectiva y deficiente acceso a internet para un acceso laboral efectivo.

Por ello, es importante considerar que muchas mujeres indígenas de nuestro país son trabajadoras por cuenta propia y que resulta importante asegurar como Estado, los espacios de comercialización de sus productos de autogestión ya sean de artesanías, manualidades o productos de extracción rural.

No obstante, es importante considerar que también muchas de las mujeres indígenas, pese a tener las certificaciones requeridas para algunos trabajos, no son contratadas, fruto de diversos prejuicios existentes sobre ellas y su comunidad particularmente.
Todavía tenemos un desafío pendiente que es enfrentar, como Estado y sociedad, la discriminación y el racismo hacia los pueblos indígenas, en la cotidianidad, pero particularmente dentro del mundo laboral.

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