Es significativo, en relación con las Fiestas Patrias chilenas, el aporte del profesor uruguayo Manuel Rama. A este académico, que ejerció como docente visitante en Santiago, le llamó particularmente la atención las festividades de la Independencia y el concepto de chilenidad, en el sentido de que el mes de septiembre gira en torno de la cultura de nuestro país, es el único momento del año en que se escucha y baila, masivamente, la música folclórica y, sobre todo, que está legitimada la celebración desenfrenada, sin medir consecuencias.
Las características geográficas y socioculturales de Chile han creado ese valor simbólico: la localización remota del país, con el macizo cordillerano marcando límite, el océano Pacífico, desierto y Patagonia, como otros muros, forjaron en esta larga y angosta franja una condición insular.
Sumado a la idea de patriotismo, con el orgullo en la milicia y la Iglesia Católica como los pilares sobre los cuales descansa la cultura, la idiosincrasia chilena se sostiene en la raigambre de que somos más chilenos en Fiestas Patrias y uno de sus requisitos pareciera ser el desenfreno emocional en la celebración.
Asimismo, el marco laboral que rige a la mayoría de la población, muy presionada, sitúa en el imaginario colectivo la noción de que las Fiestas Patrias son un oasis en el desierto. Para nadie es novedad encontrarse con algún borracho en una fonda, ni pensar que “endieciocharse” es una falta ética. Impera, entonces, el desborde emotivo, el que es legitimado socialmente para liberar tensiones.
Sin embargo, es un error inculcado el creer que disfrutar estas fiestas es incompatible con el autocuidado. El ejemplo más gráfico que se me ocurre para estos conceptos, transmitidos tempranamente, que nos dan la sensación de incompatibilidad es un primer día de clases en el colegio.
El profesor pregunta al niño, “¿usted viene acá a aprender o a pasarlo bien?” Como si ambas cosas no pudieran tener punto de encuentro, sean imposibles de caminar de la mano.
El autocuidado lo podemos entender, en festividades, como celebrar sin dañarse uno mismo ni a los demás. Podemos disfrutar sin lamentarnos después de Fiestas Patrias, mediante conductas que perfectamente pueden acompañar un momento de agrado y relajo. Y ello se alcanza con medidas simples. No se trata de abstenerse de beber alcohol, pero si lo haces no conduzcas bajo sus efectos. Nunca la oferta de taxis en Santiago ha sido más nutrida para hacer buen uso de éstos.
Otro consejo que puede ser muy útil para amortizar el consumo de alcohol: beber dos vasos de agua antes o durante cada vaso de licor ha demostrado ser un efectivo método para disminuir la ansiedad en la ingesta y amortiguar sus efectos.
La mesura también puede aplicarse a las comidas, en el sentido de no comer en dos o tres feriados lo que se privó durante todo el resto del año. En este sentido, respetar nuestro reloj biológico de las comidas habituales en cada persona ayuda mucho a evitar la alimentación excesiva o desbalanceada.
Es muy importante que seamos conscientes de que “endieciocharse” no es sinónimo de arriesgar la integridad, incluso la vida, de nosotros ni la de los demás, para entender estas fiestas como una celebración responsable y sana, donde los valores de la chilenidad no se malentiendan ni provoquen consecuencias que más adelante, de seguro, podemos lamentar.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado