Ante los escenarios de atropellos a los derechos humanos por parte de las policías en el combate a la delincuencia y las dificultades para votar la ley Naín-Retamal, no queda claro cómo conciliar -por ahora- la seguridad ciudadana y los derechos fundamentales de quienes son sorprendidos violando la ley.
El problema se suscita porque dentro de las policías hay -entre sus filas- algunos elementos indeseables, sin formación ética, moral ni profesional, dando pie -por esas condiciones- a la corrupción, al uso indebido de la fuerza, el descontrol de impulsos y el abuso de poder.
Se ha visto con estupor cómo algunas máximas figuras castrenses y policiales se han apropiado -en virtud de sus altos rangos- de dineros ajenos. Actos tan improcedentes, viles y delictuales potenciados por la pérdida de valores, principios y ambiciones sin frenos; normalizan estas conductas.
Un cuerpo de policías prolijo, cuidadoso y efectivo en su actuar demanda preparación, educación y profesionalismo. Mientras trabajamos para ello... ¿solución al acertijo? Quizás, puede ser, la creación de un escuadrón de robots con inteligencia artificial, programados con la más alta tecnología de modo que exista la absoluta certeza que el combate a la delincuencia será modelo en el mundo y ya no habrá atentados a los derechos de las personas. ¿No cree usted que podría ser una excelente medida para muchas otras instituciones?
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