Días atrás se disputó la final del mundial de clubes. Este nuevo invento de la FIFA y de su presidente Infantino busca generar más recursos e intentar, una vez más, futbolizar al gigante norteamericano. Tanto es así, que para nadie pasó desapercibido la presencia del presidente Donald Trump en medio de la celebración del campeón Chelsea.
La Copa América 2024, el Mundial de Clubes 2025 y el Mundial 2026, todos celebrados o a celebrarse en Estados Unidos, son una muestra de un nuevo intento de llevar la pasión futbolera al país del norte, siguiendo la ruta trazada con la North American Soccer League (NASL) en los '80, con Pelé, Cruyff, Beckenbauer y Elías Figueroa -el mismo Trump recordó el paso de O Rei por el New York Cosmos- y por supuesto el Mundial de 1994, donde Romario y compañía tocaron la gloria.
Recordemos que en la segunda asunción de Trump, Gianni Infantino figuraba muy cerca del punto en que se tomó juramento al nuevo mandatario. Imposible no recordar una icónica frase del personaje de ficción Frank Underwood, que en los primeros episodios de "House of Cards" dijo "el poder se parece a los bienes raíces. Todo se trata de ubicación. Cuanto más cerca estás de la fuente, mayor es el valor de la propiedad". ¿Qué hacía el presidente de la FIFA ahí? ¿Por qué de un tiempo a esta parte parece que todo evento futbolístico relevante debe realizarse en los Estados Unidos? Es evidente que no sólo se trata de capacidad económica e infraestructura. Más bien, en mi opinión, tiene que ver más con poder blando, influencia cultural y hegemonía en definitiva.
Por mucho que el presidente Trump no tenga idea de fútbol, que incluso haya estado somnoliento gran parte de la final jugada en el MetLife Stadium de New Jersey o que no supiera que no es habitual que el presidente del país anfitrión esté en el podio cuando los ganadores levantan el trofeo, seguramente entiende que el fútbol es más que un simple deporte.
Estamos hablando de una de las expresiones culturales más potentes desarrolladas por Occidente. Como bien nos dice Simon Kuper en su extraordinario libro "Futbol contra el enemigo" (1994), un deporte de masas y que moviliza las pasiones de la forma que lo hace el fútbol no puede ser tomado como una simple anécdota en el mundo. Es mucho más que eso. No por nada es un mercado de miles de millones de dólares, y lo más importante, hace latir miles de millones de corazones.
Manifestaciones de su uso como herramienta de poder son cada vez más habituales. De forma intencionada, quiero decir. El Mundial de Qatar, por ejemplo, le permitió al país árabe mostrarse al mundo como un país con infraestructura, capaz de organizar un evento de primer nivel y de paso que se omitiera el juicio crítico a algunas de sus "costumbres" que chocan frontalmente con los principios y valores occidentales. La inversión en el fútbol de Emiratos Árabes o de Arabia Saudita (con mundial incluido en 2034), son otros ejemplos de cómo se usa este deporte como instrumento de soft power.
De esta forma, la FIFA se posiciona como una organización con un rol geopolítico importante, que incluso aplica sanciones a naciones por situaciones ajenas al fútbol, como el caso de la suspensión de Rusia en distintas competencias internacionales. La FIFA incluso influye en cambios de legislación para realizar o no un torneo en un país, o se manifiesta respecto de las leyes que regulan la actividad, como el papelón de la ANFP y la ley de Sociedades Anónimas Deportivas.
El fútbol es un movilizador de valores, ideas e identidad. Así lo entendió tempranamente Franco con el Real Madrid en España, por ejemplo; o Silvio Berlusconi con el AC Milan. Gianni Infantino también parece entenderlo muy bien. En un mundo cada vez más globalizado, en que los imaginarios cruzan fronteras de forma vertiginosa, la influencia del fútbol seguirá creciendo en importancia económica y cultural. Este es otro espacio de disputa en un planeta que vive momentos de reconfiguración acelerada.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado