Las dos Simone

A la luz de una editorial de la revista de estudios feministas DUODA, titulada "Simone Weil y Simone de Beauvoir: Dos Espejos del Feminismo", hay una reflexión necesaria para nuestros días. La inspiración nace de una interrogante sugerente de la misma nota editorial: relativa a "por qué en el movimiento de mujeres fue primero y muy famosa la obra de Simone de Beauvoir -especialmente 'El segundo sexo'- y, en cambio, de pronto empezó a enamorar a algunas la lectura de Simone Weil".

Simone Weil y Simone de Beauvoir fueron filósofas francesas coetáneas que estudiaron en la misma facultad, pero que pusieron en juego dos perspectivas muy distintas. Simone de Beauvoir presenta el "ser mujer" en una ideología. Esta ideología fue acogida por una parte del feminismo, relacionado con las reivindicaciones, las que se orientaron a la lucha por derechos, pero cuyo sustrato filosófico idealista y constructivista ofrece una perspectiva subjetivista de la mujer, dejando poco espacio a la promesa por la vida.

Simone Weil, en este punto, supo significar con su práctica política, el valor de la vida. La capacidad del cuerpo de mujer para dar vida, cuerpo que es expresión de la naturaleza de libertad y deseo para ser dos, tres, cuatro o lo que sea, en definitiva, una apertura al otro, a la familia, a la comunidad, a Dios.

De estas dos pensadoras del pensamiento han quedado en el saber común dos frases que resumen sus distintas maneras de poner en juego el ser mujer. Según Simone de Beauvoir, "no se nace mujer; una llega a serlo", mientras que Simone Weil escribía frases como "la creencia en la existencia de otros seres humanos como tales es amor."

La distinción entre ambas se refleja entre otras cosas en uno de los escritos autobiográficos de Simone de Beauvoir, quien comentó sobre Simone Weil: "Me intrigaba por su gran reputación de mujer inteligente y audaz. Por ese tiempo, una terrible hambruna había devastado China y me contaron que cuando ella escuchó la noticia, lloró. Estas lágrimas motivaron mi respeto, mucho más que sus dotes como filósofa. Envidiaba un corazón capaz de latir a través del universo entero".

Simone Weil, la joven judía francesa, miliciana anarquista republicana, tuvo un gran pecado: Creer en la vida y el amor.

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