No nos habíamos dado cuenta
Que los poetas famosos del país nacieron pobres, en casas muy pobres.Ellos traían un almácigo que sembraron en salas de la docencia, en otras artes, en consulados, hasta vivieron en inglés y en las matemáticas.
Todas estas realidades los llevaron a poder decir cosas íntimas, cosas de nuestra carne, incorporadas en nuestro cuerpo con significados para el que lea y sienta.
Mira tú que Parra ha tenido que vivir 99 años para que nos demos cuenta. Suecia nos tuvo que decir que a la Mistral le damos el Nobel, porque nosotros no nos habíamos dado cuenta. Neruda era otro de esos comunistas que tuvo que salvarse a pie y a caballo porque lo querían eliminar hasta que sin darnos cuenta le dieron el Premio antes de morir.Sepan que mientras tanto aquí en las playas de Llo-lleo sin arrancar de tsunamis vive Parra todavía.
Porque igual a Wittgenstein algo le hicieron las matemáticas a Parra.Lo cuento porque los números con su mágico poder hacen convertirse en escribidor de versos.He leído algo de Ludwig Wittgenstein y recuerdo que era nada menos que un ingeniero, un tipo que deseaba ser útil, nacido cerca de 1900 con interés en los aviones, así era de moderno y contemporáneo nuestro.
Un día, a los 30 años, siendo ex-soldado prisionero en Italia, se comunicó con Bertrand Russell y le planteó sus ideas filosóficas, dudando si él estaba fuera de la chata o si valía la pena pensar.Dudaba si podía pensar como hacían los filósofos.
Basta saber que Russell le dio el OK para que abandonara la ingeniería y se dedicara a la filosofía.
Por qué lo cito, porque Wittgenstein fue pionero en darle un significado y un origen al lenguaje humano que cada uno de nosotros entrega a los demás, un lenguaje que se nos ha formado desde el mundo y que en nosotros forma un mundo.Así entiendo mejor al nativo senador Quintana, porque me gustó poco su uso de los productos de la Caterpillar Ltd.
En cambio entiendo a Parra y lo que nos dice sin atraer la atención porque no lo pillan en poses para la foto, los selfies que se sacan nuestros contemporáneos. Hoy un periódico nos trae a Parra con agasajos para leer las canonizaciones de Juan 23 con Juan Pablo 2°.
Me abstengo de ponerlos en números romanos porque escribo lo que leo; lee y verás que no se puede pronunciar equis-equis-uno-uno y uno que serían veintitrés ni los dos palotes que deben decir segundo.
Me incomoda lo de referirse a los cielos y a la santidad que nadie nunca habitó ni tocó, léase ¿y si son puros inventos? ¿Qué será canonizar? ¿Será como hervir al baño María o sacarles chispas y humos que se los lleva el viento? ¿Sabrá el Papa Francisco que son inventos? Creo que estos espectáculos son puras mentiras y lo dejo ahí.
Vuelvo a los procesos que producen un Parra: pobreza familiar en Chillán, ir a estudiar en Santiago lejos de su nido, asimilar ecuaciones, viviendo de Inspector en el Barros Arana, amar, escribir y escribir, irse a Inglaterra a entender Pitágoras, saber de Russell y de Profumo, volver al país a escribir y escribir.
Viajar y poder tomarse el té con Nancy Nixon con rencores surtidos entre los compatriotas de izquierda que nunca entendieron a Parra.
Se desquita en su poesía que es anti-poesía, no es anti-comunista ni anti-derechas, se ríe de los disfraces mostrando su corporalidad en pelo.
Sigue vivo hasta que nos demos cuenta que el lenguaje es producto del pensamiento, de esa estructura que puede formarse cuando antes de aceptar creencias y dogmas nos hacemos preguntas, hacemos preguntas alrededor, al profesor, al vecino para entender cómo están hechas las cosas sin canonizar a naiden!
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