El actual gobierno hizo de su principal bandera de lucha la educación cuando arremetían como movimiento estudiantil durante el primero gobierno de la expresidenta Bachelet. "Fin al lucro", exclamaban. En primera instancia, rindió frutos no solo a nivel popular, sino que también a nivel electoral con sus líderes instalados en el Congreso un par de años después que emergerían. Sin embargo, la promesa de la condenación al CAE fue la coronación para llegar a gobernar por parte del actual Presidente Boric, catapultándolos en su camino hacia La Moneda.
¿Qué pasó con esa promesa? Hasta ahora, "las palabras son como el viento", dicen. No obstante, hubo un tema que se incubaba dentro de la educación y que nunca estuvo en la agenda de estos jóvenes rupturistas: la violencia como medio de validación al interior de los establecimientos educativos.
Hasta que la realidad fue más fuerte que la ficción en nuestro propio país. Vimos casos en otras latitudes, donde la violencia, se inmiscuía en las salas de clase. Al tiempo, en Chile, el lugar donde debía prevalecer la educación, ahora campeaba la delincuencia. Tan solo en el año 2024, se produjeron más de 8000 mil casos (sin contar los que eventualmente no se denunciaron). La mayoría de ellos con arma blanca e, incluso, algunos de estos con armas de fuego.
Por lo anterior, hemos insistido que como política de Estado, se debe evaluar la posibilidad que en los accesos a los colegios, se instalen detectores de metales para que así escuelas, liceos y colegios, sean lugares seguros para niños, adolescentes, profesores directivos y auxiliares. No obstante, el gobierno no quiere, no da ninguna solución a este grave problema y pareciera no ser tema. Los recintos educacionales no pueden ser lugares donde exista violencia, peligro para la vida e integridad física de las personas. Prueba de lo anterior, en marzo de este año, profesores de Linares en el Maule Sur compungidos por la situación imperante, se manifestaron contra la violencia escolar, pidiendo leyes que protejan el trabajo de los profesionales de la educación, dado los casos también hacia la docencia.
Por otro lado, lo insólito a la negativa del gobierno, es que la propia Superintendencia de Educación recibió 1.518 denuncias por convivencia escolar en el primer trimestre de 2025. Y, en junio, conocimos un hecho que conmovió a la opinión pública. Se registró en la comuna de Estación Central, cuando un estudiante de primero medio agredió con golpes, puños y patadas a un alumno de segundo medio. En consecuencia, este último sacó un cuchillo y atacó por la espalda a otro compañero, dejándolo herido. Aunque el autor fue detenido, lo anterior nos debe llevar a reflexionar qué está ocurriendo, ya que en los colegios debe primar el conocimiento, aprendizaje y amistad. ¿Será que la violencia escolar se transformó en un espejo de la realidad país que vemos todos los días en las calles? No es de extrañar. La violencia pareciera ser como la humedad, cuando se impregna es muy difícil de sacar.
Es importante que podamos tratar este tema de manera integral, pero no desde la cuña para los medios de comunicación. La violencia no distingue clases sociales. Esto es unidireccional. En ese sentido, no sacamos nada con endurecer las leyes -que también es muy importante- si la comunicación entre colegios y apoderados, no es fluida y transparente. Es fundamental que se puedan establecer protocolos en caso de detectar la presencia de armas blancas o de fuego. Aunque sean menores de edad, se debe inmediatamente notificar y hacer la respectiva denuncia a Carabineros de Chile.
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