El pasado lunes 3 de mayo el derrumbe de la viga de un puente del metro de Ciudad de México se saldó con 27 personas muertas y alrededor de 80 personas heridas. Se trata de la mayor tragedia en esa ciudad desde el terremoto de 2017. Una estructura de construcción entre 2008 y 2012, con 8 años de uso, colapsó. Es por eso que surgen muchas interrogantes sobre estas construcciones modernas.
Es cierto que todo megaproyecto, construido como nodo crítico y de convergencia masiva para el transporte, en Chile tiene los más altos estándares de construcción, por todo lo que significa y por la gente que debe trasladar. Metro, según lo que se indica a diciembre de 2020, "transportaba alrededor de 1.100.000 pasajeros diariamente, lo cual está muy distante de los 2.800.000 que teníamos en promedio", antes de la llegada del coronavirus.
De tal forma, el uso al máximo de sus capacidades en horas punta, sin ningún descanso, supone necesariamente un programa de inspecciones preventivas de las estructuras, agregando una dificultad real, que además Chile es el país más sísmico del mundo. No obstante eso, pondría el acento en que significa procedimientos preventivos de mantención: El principal objetivo del mantenimiento es evitar o mitigar las consecuencias de los fallos del equipo o materiales, logrando prevenir las incidencias antes de que estas ocurran. Respetar los estándares de uso es algo fundamental, cuando los trenes y las estructuras no tienen la mantención adecuada y se juega con los límites de resistencia para los cuales fueron hechos, estamos creando un escenario complejo y propicio para una emergencia.
El Metro de Santiago, previo a la pandemia, ha resistido un escenario de saturación de pasajeros peligroso, que nos pone sobre aviso sobre algunas situaciones críticas, que se transformaron en aceptables por la necesidad de transporte. El aumento de gente en andenes a extremos de superar las líneas de demarcación, escalas de acceso y evacuación saturadas sin posibilidad de movimientos y espacios libres; situaciones que de producirse una emergencia podría ocasionar gente lesionada y tal vez muertos. El escenario de descontrol que puede producir un incendio, como ya ha sucedido, o un atentado o acción maliciosa, un terremoto, o una simple estampida, agregan a la emergencia misma condiciones de seguridad que no están dadas y que hemos aceptado como normales, aun cuando tenemos señales claras que no debe ser así.
¿Por qué? Porque no se están respetando los estándares máximos de capacidad, el número de personas y pesos; porque se están utilizando espacios de accesibilidad y evacuación en andenes y escaleras con pasajeros que se quieren transportar, porque el acceso a las estaciones no es efectivamente controlado.
El personal por estación es mínimo y dado el volumen de una tragedia cuando convergen factores como un mal diseño o una mala construcción, el no respeto a los límites de capacidad de personas o pesos, puede producir un gran desastre urbano. Simplemente porque no hicimos caso a las señales que nos mostraba la realidad. Así como el Metro es elogiado por muchas cosas, es probable que "el Metro" no mida lo mismo en seguridad.
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