Cada vez que se hace una ciclovía se le atribuye ser la generadora de la congestión, sin considerar que son los autos los que realmente la producen, especialmente los autos estacionados. En Chile, cada día se venden 1.000 autos nuevos, que pasan estacionados el 95% del tiempo. Si consideramos solo los autos nuevos vendidos en el último año y los estacionamos uno detrás de otro ocupando una pista, esta tendría 1.825 kilómetros de largo.
Estos autos estacionados ocupan 20 veces más espacio en la calzada que las ciclovías que se construyen en un año.
La venta sostenida de autos aumentó la congestión, redujo las velocidades, quitó espacio para la circulación y también le restó espacio a veredas, plazas y parques, que cada vez son más usados para estacionar ilegalmente.
El crecimiento sostenido de autos en nuestras ciudades opera silenciosamente como el colesterol, tapando las arterias y venas de la ciudad hasta que el sistema colapsa. ¿Vamos a tomar medidas para evitar esa muerte anunciada?
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