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En el año 2018 surgió la inquietud en un grupo de profesionales y expertos en ciberseguridad de dar respuesta, respaldo y propuestas frente a la inminente transformación digital que se impuso como la única vía de interconexión para todos los procesos de carácter particular o general. Así nació la Alianza Chilena de Ciberseguridad (ACC), una iniciativa que pretende hacer evidente a los ciudadanos, empresas, administraciones públicas y todo tipo de organizaciones lo vital e ineludible que es la protección de la información con la que nutrimos diariamente al mundo virtual.
Desde que surgió la iniciativa, ya van 11 instituciones que forman parte de la ACC. Estas son: ACTI, AmCham, Asociación de Aseguradores de Chile, Cámara de Comercio de Santiago, Cámara Nacional de Comercio, Chiletec, Colegio de Ingenieros, Fundación País Digital, Inacap, Instituto Chileno de Derecho y Tecnología y la Universidad de Chile.
Todas ellas representan a importantes sectores del país, que comparten un profundo interés por el desarrollo y promoción de la seguridad digital.
En un mundo donde las ciberamenazas son permanentes, invasivas y peligrosas, los métodos de seguridad se vuelven imprescindibles. En este sentido, Cybersecurity Ventures estima -por ejemplo- que de los dos billones de personas que se mantenían conectadas a internet durante el 2015 habrá un crecimiento explosivo para el 2030, esto es sobre 7.5 billones, es decir, 90% de la población a nivel global. Si a esto sumamos que cada uno de ellos usa, además, un smartphone, notebook, tablet y dispositivos varios, personales o en casa u oficina, la cifra se multiplica fácilmente.
En este contexto, un ciberataque exitoso no sólo afectará la continuidad operacional, sino que también la reputación de las empresas, con sus clientes y proveedores, mermando la confianza entre las partes. Los últimos ataques de ciberseguridad a utilities en EE. UU. demuestran que, hoy por hoy, no existe industria que pueda estar ajena si no define una estrategia para gestionar sus activos en forma eficiente y determinante.
Por eso es que la ACC busca generar estudios e investigaciones en el área, así como educación y sensibilización, difusión mediante la organización de foros, eventos y medios de comunicación, promoción del desarrollo y fortalecimiento de la seguridad de la información, y creación de redes de colaboración, metas que ya se han puesto en marcha desde el establecimiento de este organismo.
Hemos sido enfáticos en señalar que nos encontramos en una era mucho más compleja, demandante y exigente en cuanto a la seguridad digital. Por lo mismo, todos los sectores del país requieren realizar una reingeniería de su infraestructura para enfrentar de manera adecuada al ciberespacio y también rediseñar sus estrategias en esta materia. La ciberseguridad se basa en construir un sistema de resguardo y la clave está en la colaboración y en comprender que ya no sobreviven las organizaciones cerradas. Actualmente, la única forma de prevenir y combatir es mediante la apertura y la cooperación entre el sector privado, el Estado y la sociedad.
En este sentido, cabe destacar que, a nivel de capital humano, desde una perspectiva de alta dirección, los CISOs (Chief Information Security Officer) han validado su rol y hoy el 100% de las empresas Fortune500 cuentan con uno de estos, comparado con el 70% de 2018. Es tal la competencia por el talento que desde el 2011 se tiene 0% de desempleo en sus especialidades y hoy, en el 2021, se estima un gap por completar de 3 millones de profesionales para estos puestos a nivel mundial. Por eso, la evolución de la seguridad digital requiere de una mirada holística y aquellas empresas que lo logren, sin duda, estarán más preparadas para gestionar este riesgo.
Este enfoque ha sido clave para la ACC y es por eso que en 2019 lanzamos un inédito certamen que reconoce el desarrollo del mundo profesional femenino en el ámbito de la seguridad de la información en Chile, llamado "Nominación de Mujeres en Ciberseguridad". El reconocimiento, que este año celebró su segunda versión, busca visibilizar y dar tribuna a aquellas especialistas que se han perfeccionado en variados ámbitos de la materia, destacándose en una labor ejercida mayormente por hombres y donde, además, se hace eco permanente de la necesidad de capital humano experto, en el cual ellas tienen una relevante oportunidad de progreso.
La iniciativa ha repercutido de manera muy positiva, debido al reconocimiento del rol femenino, ya que actualmente se necesita dar a conocer e impactar a las organizaciones con los logros de las profesionales de esta especialidad, con el fin de avanzar en el cierre de brechas de equidad de género en sectores tecnológicos y mostrar modelos de rol frente a otras mujeres que elijan desarrollarse en esta área. Nuestra intención es que sean visibilizadas por sus aportes y destacada participación en el desarrollo de la ciberseguridad.
Como muestra de la imperiosa necesidad que tiene la sociedad de poner en marcha proyectos de esta naturaleza, es indiscutible señalar que actualmente las noticias de ataques cibernéticos a industrias, empresas y usuarios, con consecuencias nefastas para los atacados, no sólo son muy comunes, sino que demuestran que los temas de ciberseguridad no se resuelven solo con inversiones en los aspectos tecnológicos (componentes de software o componentes de hardware), sino que mediante un enfoque coherente e integral que incluya el desarrollo de capital humano con visión de género.
Así es como las empresas se enfocaron en incorporar la innovación como parte de su ADN y hoy deberán sumar a la ciberseguridad como cultura y componente esencial en el diseño de soluciones. En este sentido, la ACC ha sido una plataforma de información para diversas organizaciones, instruyéndolas en aquellos aspectos específicos que se requieren para contener cualquier infección, desde tener un equipo de respuesta ante incidentes, hasta generar protocolos de acción claros y herramientas adecuadas para luchar contra estas. Una aproximación efectiva a la ciberseguridad se basa en un equilibrio entre individuos, procesos y tecnología. En particular, los ataques que sufrimos durante la pandemia, que tuvieron como vector principal aprovechar el eslabón más débil: las personas.
Por otra parte, en cuanto al contexto personal y familiar, un aspecto no menos importante es la repercusión de las amenazas que constantemente acechan a los usuarios de Internet. Según estadísticas de Center for Cyber Safety + Education, a nivel de núcleos familiares el 29% de los niños declaran que sus papás no aprobarían los sitios que visitan, lo cual abre otra dimensión al cuidado de la integridad de las personas.
En todo lo señalado anteriormente se basa la misión de la ACC, la cual ha sido un aporte para la industria, más aún desde que surgió la pandemia, que fue un acelerante de la transformación digital y por la que muchos líderes han comprendido que no basta con realizar inversiones tecnológicas, sino que se trata de generar cambios culturales que fortalezcan la seguridad a todo nivel.
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