Uno de los temas clave para Chile 2018, sin duda, debe ser el democratizar el acceso a la información. Esto significa redoblar los esfuerzos en educación basada en tecnología, invertir en mejorar nuestra infraestructura de conectividad a nivel nacional, seguir avanzando en la digitalización de trámites y desarrollar la institucionalidad relativa a los temas legislativos de seguridad y privacidad de nuestros datos.
El 2017 acabó dando paso a un año inundado por grandes expectativas sociales. Asumirá un nuevo Presidente de la República, Sebastián Piñera, cuyo desafío fundamental será apuntar a lograr un crecimiento sostenible del país y que éste sea inclusivo para todos los ciudadanos.
Y pese a lo que se pueda pensar, año interesante para Chile desde el punto de vista del desarrollo, dado que la OCDE dejó de considerarnos subdesarrollados dando paso a una nueva etapa llamada “Desarrollo en Transición”, luego que superamos la renta per cápita de US$12.700 según lo definido por el Banco Mundial.
Pero así mismo, la OCDE es enfática en que uno de los grandes problemas que se ha ido acrecentando en el tiempo, es que no hemos sido capaces de generar un crecimiento inclusivo de nuestra sociedad.
La desigualdad ha aumentado de tal forma que la renta del 10% de mayores ingresos es más de nueve veces mayor que la del 10% más pobre. Y hace 25 años era solo siete veces. Sumado a esto, tenemos un promedio de horas trabajadas anuales de 1.988, comparado con los 1.776 promedio de los países de la OCDE. Y lo peor, sueldos más bajos.
Es por esto, que para superar estas dificultades y lograr nuestros objetivos, es se vuelve fundamental democratizar el acceso a la información. Hoy, gracias a Internet, tenemos acceso a gigantescos volúmenes de información de todo tipo.
Por ello, es básico que todos podamos tener acceso a la red, por lo que tenemos la obligación de preparar la infraestructura necesaria para que soporte esta conectividad, como por ejemplo, implementación de fibra óptica de libre acceso a nivel nacional.
Así mismo, tener la capacidad de hacer todos nuestros trámites de manera online, ya sea con el Estado o con privados. Nada en papel, que todo nazca y muera de manera digital. Y que toda esta formalidad en las interacciones esté resguardada bajo un marco normativo relacionado con temas de seguridad y privacidad de nuestros datos, tema que hoy estamos abordando a través del proyecto de ley crea la “Agencia de Protección de Datos Personales”, el cual contaría con capacidades tanto de fiscalización como de sanción.
Pero si hay un tema fundamental para que todo funcione, es la educación en base tecnológica.
Necesitamos enseñar a nuestros niños e incluso a nuestros adultos, a manejar la gran cantidad de información disponible, que sean capaces de interpretarla y transformarla en verdadero conocimiento. Sino, todo lo demás carece de sentido.
Un país completamente digital, pero cuyos ciudadanos no son capaces de aprovechar dichos beneficios, es esfuerzo perdido. Es este conocimiento el que nos permitirá desenvolvernos en la economía digital y nos llevará a crecer como país de manera inclusiva.
Afortunadamente para nosotros, hoy existe en Chile un consenso generalizado de que todas las industrias además del Estado, son susceptibles de enfrentar procesos de transformación digital. Por lo que estamos en muy bien pie para avanzar en dicha dirección esperando un 2018 exitoso en la modernización y desarrollo de nuestro país.
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