Peter Bogdanovich: la partida de uno de los nombres del viejo "Nuevo Hollywood"

En los años '60 se fraguó una nueva generación de cineastas en EE.UU. La consolidación de la televisión como medio de entretención, el envejecimiento de los grandes estudios de Hollywood y su desconexión con los nuevos tiempos.

Nacieron tras los tiempos felices del rocanrol, una sociedad desesperanzada del sueño americano, la lucha por los derechos civiles, la contracultura en manos del folk y del jazz más intelectual y una industria que se mueve desde los productores y los orgiásticos filmes hacia el gran público, a aquellos ya acostumbrados a la estética de la nueva ola francesa, el neorrealismo italiano o el free cinema británico, fueron al caldo de cultivo para realizadores que cambiaron el eje de la industria del cine.

Le llamaron "Nuevo Hollywood", pese a que muchos decidieron filmar al margen de los grandes estudios o eligieron la Costa Este para rodar sus películas.

Ahora ha fallecido uno de los más destacados directores de esa generación, Peter Bogdanovich, quien con una filmografía quizás menos regular que las de sus compañeros de movimiento supo plasmar en algunos de sus filmes los reflejos de una cultura en proceso de cambios profundos, y reescribir una crítica feroz a un modelo de sociedad de sueños imposibles. Bogdanovich, quien además fue escritor, historiador, guionista y crítico de cine, filmó "What's up Doc?" (1972) y "Paper
Moon" (1973), como homenaje al cine clásico norteamericano, describiendo metafóricamente las almas errantes en busca de un mejor destino.

Pero es "The Last Picture Show" (1971) la película que no podemos dejar de ver una y otra vez. Se trata de una de las más grandes cintas de los '70, filmada en blanco y negro en un pequeño pueblo a mitad de la nada en Texas y a modo de anti road movie, que a diferencia de las películas antes citadas nos muestra una serie de personajes encerrados en sí mismos, que deambulan entre la fragilidad, la soledad y el fastidio.

"The Last Picture..." de algún modo es como "Las Uva de la Ira" (1940), del gran John Ford, o como "Esta tierra es mi tierra" (1976), de Hal Ashby, que describe el fracaso de un sueño, pero desliza, con levedad pero con firmeza, la idea de que las etapas vitales por muy dolorosas que sean, son el paso necesario para la evolución de los personajes hacia estadios superiores de conciencia, y también, para su progreso político y social.

Bogdanovich (y su generación) pareciera querer decirnos que las injusticias del entorno son una especie de camino iniciático por el que debe transitar el ser humano en su ascenso moral y que no hay un derrotero con más obstáculos que el de la propia conciencia en la búsqueda de la felicidad.

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