La importancia de convivir con las familias más vulnerables

El debate que se está dando en Chile entre las autoridades del Estado central y las autoridades locales no es nueva. Desde el retorno a la democracia y con la fundación de la Asociación Chilena de Municipalidades en el año 1993, los municipios venimos planteando la urgente necesidad de descentralización, más participación y real autonomía. Sumado a lo anterior, tenemos pocas atribuciones administrativas y muchas veces solo somos ejecutores de programas que vienen armados desde el gobierno central. Ello ha creado un sistema municipal dependiente de los recursos que provengan de las arcas fiscales, limitando nuestra autonomía y generando una heterogeneidad económica, política y cultural en nuestras 345 municipalidades.

De este modo, vivimos en un país donde un grupo de municipios pueden recaudar dinero, y son capaces de desarrollar políticas públicas con holgura y autonomía financiera.

Lamentablemente la mayoría de las comunas, no pueden recaudar los ingresos suficientes y deben vivir del aporte que hace el Fondo Común Municipal, que redistribuye los dineros de todas las municipalidades del país y que recibe un aporte fundamental de las 20 comunas, denominadas “ricas”.

La crisis que desató - en primer término - el movimiento social del 18 de octubre, donde los municipios fuimos capaces de defender el derecho a participar y a través de la “Consulta Ciudadana Municipal”, creamos los mecanismos que nos permitió una salida institucional, a una de las crisis sociales más significativa de los últimos 40 años en Chile.

En la actual emergencia sanitaria, nuevamente los alcaldes y concejales hemos dado muestra de una postura para evitar una crisis mayor. Hemos puesto en la mesa aquellos temas de sentido común, que las familias más vulnerables nos “soplan” en el oído en las audiencias públicas o en los tantos recorridos por las localidades de nuestras comunas.

Sin duda, queremos ser escuchados porque nuestra voz es el reflejo de lo que la gente está sufriendo. No es casual que, en las encuestas, las autoridades locales estemos con una alta aprobación. Esto no es para vanagloriarse, si no un reflejo de lo que significamos: la puerta de entrada de los ciudadanos al Estado. Esto implica que seguiremos chocando, si el Estado central no baja a la realidad de las comunas.

Nuestra posición, más allá de nuestras legítimas diferencias políticas es la misma.

Queremos mayor autonomía para ejecutar programas propios.

Queremos mayores atribuciones, para que el sentido común de los territorios funcione y los puentes, paraderos, semáforos, y toda la infraestructura pública, sean reflejo de la realidad más cercana a la gente.

Actualmente tenemos miradas diferentes con la autoridad en muchos temas y los alcaldes alzamos la voz en cada uno de los territorios, generando una multiplicidad de opiniones que reflejan nuestra vocación de escuchar todas las voces. Estamos presentes como nunca en los medios y estamos para quedarnos.

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