Al igual que en nuestra comuna de La Reina, las definiciones que hubo en todo Chile, producto de la exitosa consulta que hizo la Asociación Chilena de Municipalidades (ACHM) el fin de semana pasado, son muy esperanzadoras. Nos exigen, además, actuar con responsabilidad y generosidad.
Una inmensa mayoría se expresó, de manera categórica e indesmentible, que quiere una nueva Constitución, no modificar la actual. Y que esta Constitución tiene que ser escrita sólo por representantes de los ciudadanos especialmente elegidos para este efecto en una Convención (Asamblea) Constituyente.
De nada sirvieron las jugarretas tendientes a disminuir o confundir la votación con votos y preguntas agregadas mañosamente, como determinar si se había leído la Constitución existente, pretendiendo generar inhibición a los que se pronunciaran. No lo lograron, La Reina y el país demostraron que, efectivamente, Chile despertó.
Estos resultados, producto de muchas consultas, determinan que es indispensable cambiar el modelo económico, que ha permitido la instalación de las grandes y graves desigualdades que hay y que el requerimiento más inmediato es que se debe crear un sistema de pensiones nuevo, que permita que las jubilaciones sean dignas.
Se debiera esperar que, hacia fines del 2020 ninguna pensión sea menor a $500.000 para todos. Chile cuenta con los recursos para ello, los más de US$25.000 de ingreso per cápita y la altísima calificación económica del país lo permiten.
El Ingreso Mínimo debiera llegar a esa misma cantidad ($500.000), ahora. Todas las grandes empresas están en condiciones de solventarlo y las pequeñas deben ser apuntaladas inicialmente por el Fisco, ampliando el subsidio a la contratación de mano de obra, para las PYMES, probablemente hasta ventas de 75.000 UF anuales. Que haya un significativo aumento de la capacidad económica, evidentemente producirá un mejoramiento de las condiciones de vida de muchos, lo que permitiría que baje el endeudamiento y se reactive la economía.
Adicionalmente, la gran asignatura pendiente es hacer una pronta y amplia reforma tributaria, que grave de una manera más equitativa a los más ricos y, probablemente, establecer un impuesto al patrimonio, como existe en las democracias más consolidadas.
Felicitémonos no sólo por los resultados obtenidos, sino por el logro de la gran cantidad de votantes que hubo en La Reina. Esta comunidad de la que somos parte está viva, exige sus derechos, tiene disposición a que sigamos en un trabajo amplio y fecundo y nos requiere que la dignidad de todos se haga costumbre.
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