Aproximarse a un encuentro con otro

Voy hacia otro.

¿Quién va?

Voy yo, un ser, a quien le ha tocado experimentar la vida de una determinada manera, un ser humano, que creció junto a unos determinados padres, una familia, una escuela, en un territorio… lugares y personas que han ejercido una influencia en el modo de comprender y mirar la vida.

Un ser, con un intelecto que ofrece continuamente pensamientos… un intelecto que muchas veces tiende a clasificar cada experiencia en “bueno” o “malo”.

Voy yo, habitando un cuerpo, en el que constantemente brotan sensaciones, emociones, sea o no capaz de percibirlas concientemente, atenderlas.

Los pensamientos del intelecto, suelen copar la pantalla de atención conciente.

Ahí voy, a encontrarme con Otro.

Otro ser humano, que le han tocado sus propias experiencias, que ofrece sus propias lecturas de la realidad, que siente lo que siente, y que a veces se da cuenta de las cosas que siente, y que también presta más atención, habitualmente, a los pensamientos del intelecto. (Es que es un hábito de funcionamiento, profundamente arraigado en esta cultura dominante)

(No siempre somos capaces de distinguir que lo que pensamos “acerca de” la realidad, no necesariamente es la realidad… Resulta muy útil, reconocer esa diferencia)

¿El encuentro? Algo así como voy “Yo y mis circunstancias” a encontrarme con “Otro Yo y sus circunstancias”.

En ese encuentro, se sentirán cosas, y se pensarán otras (y muchas veces confundiremos lo pensado con lo sentido).

Es en el cuerpo donde primero se registra el impacto de la presencia del otro, es en el cuerpo donde se activará rabia, contento, frustración, erotismo… información vital, en ese momento…

Y es en el intelecto donde se producirán pensamientos acerca de ese otro o de la situación, imágenes, simbolizaciones, clasificaciones… información virtual, acerca del momento…

Muy probablemente se desencadenará el hábito de funcionar prestando mucha más atención a los pensamientos, y así nos será posible distraernos de las sensaciones y emociones experimentadas en el cuerpo…material que suele ser más difícil de administrar y de recibir sin incomodarse, por la simple falta de habilitación en ello.

Habrá que practicar y habilitarse.

En el encuentro con otro, suele suceder, que se sabe más de “lo que pienso” que de “lo que siento”, y suelo equivocarme y digo “siento que…” y zas! largo un pensamiento.

Ejemplos:

“Siento que él es simpático”, (“él es simpático” es un pensamiento, lo que probablemente se siente es alegría, activación, contento…)

“Siento que él es un estúpido” (“él es estúpido” es un pensamiento, lo que probablemente se siente es incomodidad, frustración, rabia…)

Habrá que hacerse cargo, que en ese instante, en mi intelecto se cataloga a ese otro como simpático o estúpido y que no necesariamente ES así.

En síntesis:

Es posible -y necesario- enriquecer la experiencia de vivir un encuentro.

¿Cómo? estando atento, atenta, a reconocer estas distinciones, entre lo que se piensa, en el intelecto, lo que se siente, en el cuerpo y el Yo, -quien se ES-, capaz de decidir si atender la información virtual -del intelecto- o vital -del cuerpo-, o a ambas, sin identificarme con ninguna.

Dedicar atención a sentir la vida, y no solo a pensarla, sin lugar a dudas, enriquece la experiencia.

Aproximarse al encuentro con otro, atendiendo las sensaciones en el cuerpo, abre posibilidades a un encuentro más real, profundo, sincero, nutritivo…

Escribo y comparto lo anterior, con el afán de promover el enriquecimiento de la experiencia humana, compartir la posibilidad que surge cuando se expande la percepción de cada momento.

Ampliar y profundizar la percepción, a través de sentir el cuerpo, ofrece oportunidades difíciles de describir sino se ha constatado en la propia experiencia.

El sencillo gesto -o intención y determinación- de permanecer más tiempo sintiendo el cuerpo, de dirigir la atención a las sensaciones corporales, de mantenerse anclado al cuerpo para no “irse” en los pensamientos, ofrece la posibilidad de desarrollar, de manera efectiva, la capacidad de Observarse a sí mismo, de incluirse como parte de Lo Observado y administrarse mejor.

Se abre la posibilidad de acceder a otro estado de conciencia, más expandido, de otro nivel de integración.

Se actualizan facultades humanas, se despiertan potencialidades, se accede a otra perspectiva para establecer contacto con la realidad, se accede a una naturaleza de experiencia vital diferente, desde donde se paladea la certeza de ser y estar.

Empoderamiento.

La invitación es a probar, a practicar, sentir el cuerpo y constatar qué sucede.

Resulta de gran utilidad, por ejemplo, ahora mismo, al terminar de leer, cerrar los ojos un momento y sentir la respiración, sentir el movimiento del pecho al respirar, unos instantes, sentir la espalda, los hombros, el cuello, la postura del cuerpo, su volumen, su peso…

Al principio cuesta, pero si se persevera en el intento, algo nuevo se abre, se experimentará algo diferente y enriquecido…

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