Artesanía, patrimonio que vive y emociona

Elena Alfaro

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Este fin de semana viviremos el Día del Patrimonio, en el cual muchas personas buscarán panoramas para ser parte de esta celebración que, hasta hace unos días, contaba con casi 1.500 actividades inscritas en el portal oficial del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Solamente la Universidad Católica cuenta con más de 100 actividades abiertas a la ciudadanía, en sus diferentes campus, pero también extendidas en el territorio, más allá de los límites universitarios. De aquellas, unas 20 han sido propuestas por su Programa de Artesanía, todas las cuales se pueden encontrar en el sitio diadelpatrimonio.uc.cl.

Es cierto que cuando hablamos de artesanía las definiciones de patrimonio pueden resultar estrechas, porque artesanía es también arte, tecnología, sustentabilidad y valiosas expresiones de relevancia simbólica y espiritual para personas y pueblos con quienes compartimos territorio.

Sin embargo, desde hace años nos sumamos a esta celebración con el foco puesto en promover los patrimonios como expresiones culturales vivas que son significativas para las personas y para las comunidades en los territorios, por lo cual siguen estando presentes hasta la actualidad y son una herencia común.

La artesanía, entendida como un saber hacer (Patrimonio Cultural Inmaterial según propone Unesco), tiene la particularidad de poder mostrar que el patrimonio está presente en nuestras vidas de una manera mucho más cotidiana y cercana de lo que pensamos. En el lugar que nos encontremos -rural o urbano- incluso al interior de nuestras familias, barrios y comunidades, encontraremos oficios y saberes que se han traspasado de generación en generación y del que nos sentimos parte. Eso es patrimonio, y cuando lo vemos así logramos conectarnos desde la emoción y valorarlo aún más.

Hace años, en la Región de Coquimbo, la reconocida artesana en totora Graciela "Chelita" Castillo, fallecida en 2016, nos contaba -en el marco de una investigación sobre manejo tradicional de fibras vegetales- cómo su abuelo le había enseñado a regañadientes un oficio que consideraba demasiado masculino para su nieta. Años después, Chelita le traspasó este conocimiento a su hija, Marta Godoy, con quién desarrollaron piezas tradicionales que usan la totora entera y refinaron otra técnica que la utiliza como una fibra fina y torcida, especialmente adecuada para crear figuras volumétricas con mayor flexibilidad.

Producto de ese trabajo, en las participaciones de madre e hija en la Muestra Internacional de Artesanía UC (que organizamos como Programa de Artesanía desde 1974), aparecieron unos bellos pesebres con fibra torcida que se sumaron a su ya fino trabajo. En 2019, años después de la partida de Chelita, Marta ganó el Sello de Excelencia a la Artesanía con una pieza que utiliza la misma técnica, pero reinterpreta poéticamente las rondas de Gabriela Mistral. Llena de emoción, el premio se lo dedicó a su madre.

El patrimonio no es estanco y como una manifestación viva, se transforma.

Sin premios y reconocimientos, muchos objetos de artesanía viven en nuestros grupos y comunidades. Artesanías, pero también muchos conocimientos de oficios artesanales o de otro tipo, que pueden ser sabrosas recetas de cocina que han permanecido en familias durante años y que todavía acompañan sus celebraciones; canciones con letras y entonaciones que han hecho dormir guaguas de ayer, que hoy se las cantan a sus propios hijos; historias que cuentan de antiguos lugares que habitamos y ya no existen, y que siguen sirviendo para identificar un modo de actuar o ser; entre una larga lista de etcéteras.

El patrimonio es una herencia que significa y emociona. Así que este fin de semana busquemos un panorama, ojalá artesanal, pero también busquemos nuestro propio patrimonio y conectemos con esa emoción, que es la que nos puede llevar también a cuidar y valorar el patrimonio de todos.