La discusión y promulgación de la Ley del 20% tuvo un efecto inesperado en su comportamiento, hay que reconocerlo, un “bonus track”, como se dice en la jerga actual; ya que no sólo definió la cantidad de música chilena que las emisoras deben incluir en sus parrillas, sino que también instauró como evento oficial la celebración al trabajo de los músicos nacionales. El Día de la Música se instalaría así, en una fecha que me hace mucho sentido.
Esta celebración, que comenzamos a generar hace ya 13 años, se realizaba en torno al 22 de noviembre, día que conmemora a Santa Cecilia, la patrona de los músicos.
Sin embargo, desde el año pasado el motivo pasó de una figura femenina a otra, a una mujer más cercana, una mujer chilena, para empezar, de provincia, referencia directa de muchos autores nacionales de distintas edades, géneros y estilos. En varios sentidos, una matriarca. Violeta del Carmen Parra Sandoval cumpliría 99 años éste martes 4 de octubre, y se agradece que, por ley, el Día de la Música chilena se celebre por segundo año y en adelante, justamente para su natalicio.
Este día toma así un carácter aún más especial. Celebraremos el trabajo de los músicos chilenos, y junto a ello, comenzamos a recibir el centenario del nacimiento de una de las artistas más importantes de la música chilena contemporánea.
No es que queramos apropiarnos de su nombre ni de su trabajo, pero Violeta Parra fue, además de una gran compositora, una artista integral, gestora, folklorista e investigadora y, en el contexto de su centenario, se ha revelado además su trabajo como poetiza. Lamentablemente, y como pasó con tantos otros, con el paso del tiempo Violeta se fue convirtiendo en el epítome del músico nacional no reconocido, cuyo talento de clase mundial, sólo se ha visibilizado con justicia en su país con el pasar de las décadas.
La SCD, sus proyectos, y por supuesto el Día de la Música, están absolutamente conscientes de que estas problemáticas no terminaron en los tiempos de Violeta Parra. Desde sus inicios, éste ha sido un proyecto que ha quebrado el modelo del nicho de mercado, difundiendo a artistas de diferentes edades y géneros, incluso de distintas ciudades, a nuevos públicos y escenarios. No es una declaración abstracta en pro de la diversidad, sino que se buscaba mostrar a un mismo público distintos artistas, o el mismo artista a distintos públicos. Para un músico, difundir su obra y darse a conocer a más personas es trascendental, es vivir del oficio, e idealmente ser reconocidos.
Sin embargo, este año el Día de la música cambia en su forma, aunque no en su fondo. Al gran escenario que alguna vez se montó en el Parque O´Higgins, o a los múltiples espacios dispuestos en diferentes comunas, lo relevarán alrededor de 25 puntos por todo Santiago. Escenarios en los que se encontrarán artistas de larga data, con agrupaciones emergentes de las propias comunas.
Con esto, no sólo convertiremos la ciudad de Santiago en una gran fiesta de sonidos nacionales, sino que además, nos preocupamos de que los artistas chilenos lleguen a todos los rincones. La intención es que es la gran mayoría de los habitantes de la ciudad puedan disfrutar por unas cuantas horas de un gran espectáculo, con buenas condiciones técnicas y, por otra parte, que los músicos tengan la oportunidad de difundir su música.
El Día de la música chilena es un evento que busca acrecentar la cultura en nuestro país, ofrecer a los ciudadanos presentaciones en vivo de manera gratuita.
Sin embargo, como SCD no podemos dejar de tener en la retina a nuestros socios, a los hombres y mujeres que tomaron la atrevida decisión de dedicarse al oficio de la música. Queremos que para ellos, esta fiesta sea además una oportunidad, de ser vistos, y de presentar su trabajo a la sociedad y a su comunidad.
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