“Los heridos y aventados
y los que a mitad de ruta
dizque se quedaron muertos,
todos volveremos, todos,
el árbol, al ruedo”. Árbol de Guernica, Gabriela Mistral
En abril de 1937, hace 80 años, aviones de la Alemania nazi y la Italia fascista llevaron a cabo una acción conjunta que denominaron Operación Rügen: el bombardeo de la urbe vasca Guernica dejando un saldo de decenas de civiles muertos y la ciudad destruida.
El Bombardeo de Guernica, horrible crimen contra la humanidad, dio origen a una de las obras pictóricas más importantes de la vanguardia artística del siglo XX, el Guernica de Pablo Picasso, expuesto por primera vez a pocos meses del bombardeo en el Pabellón de la República, en la exposición Universal de Paris de 1937, y que hoy se encuentra en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, recordando al mundo el abuso de Franco y sus aliados fascistas.
Guernica fue la primera expresión - o la más famosa - de un tipo de crimen de guerra que más tarde vendría a llamarse la “guerra total”, es decir, la ejecución de actos de destrucción masiva contra ciudades o poblaciones civiles que no se encontraban defendidas ni constituían objetivos militares.
El ataque y la destrucción de Guernica fue un acto que aconteció en el contexto de la guerra civil española convirtiéndose en un verdadero preámbulo de lo que ocurriría pocos años más tarde en toda Europa y en Asia.
Las poblaciones civiles, los niños, las mujeres, los ancianos, no sólo no serían respetados sino que se implementarían políticas de verdadero aniquilamiento industrial de pueblos enteros como fue la llamada “solución final al problema judío”; o se utilizaría a las poblaciones civiles como conejillos de indias o rehenes para enviar mensajes a los responsables políticos y militares: tal fue el caso de las bombas atómicas lanzadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki con un resultado de decenas de miles de muertos y cuyo doble propósito fue antes político que militar: acelerar la rendición de Japón y advertir a la URSS sobre el reparto de Europa.
No deja de resultar paradojal que la Segunda Guerra Mundial, el auge y caída del fascismo, estuviera marcado en su comienzo y fin por estos dos eventos horrorosos que si bien se diferencian en su potencia destructiva, responden a una misma lógica: destruir población civil para sembrar el terror y forzar decisiones políticas. Es la lógica del terrorismo ejecutada en su máxima potencia. Actualmente, hemos sido testigos de cómo estas prácticas se siguen repitiendo en la guerra en Siria.
Pablo Neruda, poeta íntimamente vinculado a la tragedia española escribió en su indignada España en el Corazón.
Y una mañana todo estaba ardiendo/ y una mañana las hogueras/ salían de la tierra/ devorando seres,/ y desde entonces fuego,/ pólvora desde entonces,/ y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,/ bandidos con sortijas y duquesas,/ bandidos con frailes negros bendiciendo/ venían por el cielo a matar niños,/ y por las calles la sangre de los niños/ corría simplemente, como sangre de niños.
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, con ocasión de este aniversario, fiel a su trabajo de excelencia, abrió la exposición “Piedad y Terror en Pablo Picasso. El Camino a Guernica” evidenciando no sólo la actualidad de esta impresionante obra del artista malagueño, sino que ésta tenía antecedentes en la atención que el pintor había brindado a la violencia en obras anteriores.
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