Nadie

Es el nombre de una obra poética del censurado escritor cubano Rafael Alcides, quien falleció el pasado 20 de junio a los 85 años. Es también el nombre con que el joven cineasta cubano Miguel Coyula tituló su brillante película de setenta minutos en la que retrata el pensamiento de Alcides en diálogo con la historia de la revolución cubana, con Fidel Castro y el Che Guevara. Fue presentada por su realizador en Santiago ante una veintena de personas en un no cine.

Alcides y Coyula son personas radicalmente honestas e independientes. Cuesta serlo y se paga un precio alto en general, pero en un régimen donde la presencia del único patrón lo invade todo y donde toda la estructura represiva y propagandística del Estado se ponen al servicio del pensamiento único, de la leyenda oficial, de la gran excusa, del falso consenso, del líder divinizado, el precio es ser Nadie.

Como muchos cubanos de su generación, Alcides abrazó con esperanza la revolución cubana, admiró la gesta de los barbudos que destronaron a Batista.

Puso su energía al servicio de la construcción de esa nueva república donde el pueblo sería por primera vez el gran privilegiado, donde la pequeña isla, con su propio Olimpo de héroes revolucionarios, se enfrentaba al gigante imperialista. No le faltaron experiencias para confirmar su adhesión a la revolución.

Quizás la más personal, fue haber constatado que una prostituta habanera con la que tuvo una relación en su juventud, con el paso de los años y gracias a la revolución se había convertido en una profesora del Instituto Saúl Delgado. Pero también tuvo sus decepciones como cuando se creó la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, una entidad de control y censura del partido.

El romanticismo, sin embargo, acabó bruscamente en 1968 cuando los tanques soviéticos entraron en Praga para apagar las luces del socialismo con rostro humano y Fidel solidarizó con la invasión y la interrupción de la apertura política en los bordes del río Moldava. Así, lo que empezó como una gesta liberadora se evidenció como una descarnada lucha por el poder, por mantener el poder, al precio que sea necesario.

Una vez que se hace evidente el cambio de motivación, pero se mantiene el discurso o el relato como gustamos decir hoy día, es el cinismo lo que se hace carne en la sociedad. Se siguen ensalzando los valores de la revolución, y en su nombre se aplastan las libertades y se cometen los crímenes.

El problema es que cada día son más las personas que se dan cuenta que se vive en una mentira, una mentira con la que hay que convivir para sobrevivir, una mentira que los cubanos toman hasta con humor porque saben que no tiene destino.

Alcides dice que en Cuba sólo había dos disidentes: Fidel y Raúl. Hoy sólo queda uno. Todos los demás cubanos saben que el sistema no funciona, que se trata de un baile de máscaras como en la genial película de Wolfgang Becker, Good Bye Lenin en que tras la caída del muro de Berlín el hijo produce una fantasiosa continuidad del comunismo para evitar el desengaño de su madre, y ésta compadece a su hijo porque ha simulado toda su vida una falsa adhesión al régimen para evitar el castigo por la huida de su ex marido a occidente.

Kundera trató magistralmente el problema en sus novelas escritas en checo, mostrando la falsa alegría, la cínica felicidad, la irónica transparencia, en novelas como La Broma, La vida está en otra parte o La insoportable levedad del ser.

Rafael Alcides es Nadie. Ha sido borrado de la historia literaria oficial a pesar de ser uno de los poetas más destacados de su generación. Sus novelas no son publicables y los manuscritos acumulados en su casa desaparecen con el paso del tiempo. Es el precio que ha debido pagar por su honesta decepción.

Miguel Coyula va camino a ser Nadie. Muestra un enorme talento como realizador independiente, con escasos recursos y en un medio nada estimulante logra una película que atrapa, emociona y complica. Pero tiene la honestidad de Alcides y eso lo deja fuera del juego de los festivales, las bienales y los sorteos siempre apañados por la conveniencia política y la diplomacia.

Nadie, el libro y la película, el poeta y el cineasta, están en no lugar.

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