En un contexto global en el que la actividad física es reconocida como un pilar fundamental para la salud y el bienestar social, Chile presenta índices de actividad física por debajo de la media mundial, con un promedio de 3,7 horas a la semana en contraste con la media mundial de 6,1 horas.
Dicha situación, derivada de la escasez de tiempo libre, la falta de instalaciones adecuadas y la falta de interés por parte de la población, demanda una acción decidida para revertir la tendencia y lograr un cambio positivo. En este desafío, los clubes deportivos desempeñan un papel crucial en la promoción de la actividad física en el país.
En la antesala de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Santiago 2023, es importante reflexionar sobre la relevancia del deporte y la actividad física. Estos eventos no sólo son una oportunidad para destacar nuestro talento a nivel internacional, sino también para recordar que el deporte es un bien social que beneficia tanto a nivel individual como colectivo. Además, constituye un componente fundamental de nuestra política deportiva.
A menudo no comprendemos completamente la política nacional de actividad física y deporte, pero la experimentamos en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, muchas comunas promueven la actividad física a través de eventos en plazas y calles, como carreras y actividades recreativas. Esto es el resultado de la política que busca fomentar la actividad física de manera sistemática.
La actividad física y el deporte pasaron a ser considerados como derechos fundamentales que mejoran la calidad de vida y aportan beneficios a nivel individual y comunitario. Esta evolución derivó en una política pública-deportiva que abarca a diversas edades y grupos de población, desde niños en edad preescolar hasta personas mayores, lo que representa un avance significativo.
La existencia de leyes deportivas en el país permite a actores privados y el Estado colaborar en el desarrollo de infraestructura deportiva y la preparación de competencias. Esto es esencial para instituciones como el Club Deportivo Universidad Católica (CDUC), que ofrece una amplia gama de deportes más allá del fútbol. Mantener y operar esta infraestructura es un desafío, pero se logra a través de la Ley de Donaciones y el apoyo de la comunidad.
Desde una perspectiva más profunda, el deporte se asemeja a una estructura que necesita de tensiones para distribuir cargas de manera segura. En este caso, la tensión se traduce en metas y horizontes, como competir en los Juegos Olímpicos o los Panamericanos. Este nivel de élite se nutre del talento que se cultiva en las etapas formativas, desde la infancia hasta la edad adulta.
En este sentido, el aporte de los clubes deportivos resulta fundamental en la promoción de la actividad física y la educación deportiva en Chile. Sólo por destacar algunas experiencias, el CDUC ofrece programas desde jardines infantiles hasta etapas de alto rendimiento, contribuyendo al desarrollo deportivo del país. La medición y el seguimiento son parte esencial de esta política deportiva del club y de su plan de desarrollo deportivo, que abarca desde la educación y la tecnología hasta la formación de capacidades para acompañar a los deportistas y sus familias en su camino hacia la excelencia.
En una conversación reciente con el Instituto Nacional de Deportes, surgió una perspectiva valiosa sobre esta actividad, al ser considerada una experiencia humana que promueve la "felicidad". Esta definición convierte al deporte en un elemento distintivo, incluso imperativo, que todos deberíamos esforzarnos por promover y vivir.
En esta perspectiva, esperamos que los Juegos de Santiago 2023 dejen un legado que vaya mucho más allá del patrimonio en infraestructura o inversión, impulsando en la comunidad una mejor forma de vivir y experimentar el deporte. De ahí la importancia de utilizar estas instalaciones, mantenerlas y operarlas en el tiempo, no como una obligación, sino como una oportunidad de redescubrir en el deporte una vía para nuestro desarrollo personal y social.
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