El fenómeno migratorio en Chile es una realidad que emerge con fuerza y se ha tomado incluso la agenda política y legislativa a partir de voces que, a favor o en contra, han instalado el tema en el colectivo país.
Actualizar el marco legal que rige para quienes deseen ingresar a nuestro país y transformarse en un aporte a nuestro desarrollo es una necesidad imperiosa, más aún considerando lo que las cifras nos señalan. Según la Encuesta Casen 2015, en Chile un 2,4% de las personas en edad de trabajar son extranjeras, es decir 330 mil y, de ellas, el 73,8% ha logrado insertarse laboralmente, cifra superior a los ocupados de nacionalidad chilena(53,5%).
Las estadísticas son claras y nos presentan una realidad irrefutable, los inmigrantes encuentran oportunidades en Chile, pero nosotros como país también nos beneficiamos.
Los extranjeros vienen en busca de oportunidades de empleo y nuestro sistema logra hacerse cargo de esta demanda; al mismo tiempo que las personas inmigrantes nos ayudan a solucionar un problema de dotación de personal que presentan sectores críticos de nuestra economía, como comercio y servicios.
La idea de que esta creciente inmigración viene a quitar los puestos de trabajo o beneficios a los chilenos no tiene ningún asidero y, a la luz de los datos, nace más bien del prejuicio y de posturas poco tolerantes que no ven la tremenda posibilidad de crecer como país en diversidad, ya que podemos comprobar, desde Arica a Punta Arenas, que somos un país que se ha forjado con el tremendo aporte de los extranjeros.
En este escenario es imprescindible para el Estado, más que nunca, forjar una política de inmigraciónbasada en la dignidad y el respeto que merece todo ser humano.
Quien decide dejar su país, y en la mayoría de los casos su familia, merece una oportunidad que nos enriquece a todos. Gana quien viene a aportar desde su cultura y con la valentía de quien decide emprender, gana nuestra economía en dinamismo y gana nuestro país en multiculturalidad. En este sentido, debe considerarse una ecuación siempre positiva.No se trata de un acto de buena voluntad, se trata de derechos humanos.
Y justamente es este enfoque el que nos entrega las coordenadas a la hora de ejecutar los programas del Sence, que están dirigidos a personas que habitan en Chile y en donde el hecho de ser extranjero no es excluyente. Obtener mayor empleabilidad es una posibilidad cierta que el Estado ofrece a todos quienes quieran formarse y capacitase.
El enfoque desde Sence es generar la empleabilidad necesaria para la consecución de un empleo digno y productivo para todos nuestros usuarios, sin excepción de país de origen, raza, género o nivel educacional para que, al margen de las competencias y habilidades que presenten, puedan perfeccionarse e insertarse laboralmente.
Incluir en los programas de capacitación que ofrece el Estado a extranjeros no implica que alguien quede fuera, no resta oportunidades a nadie, la oportunidad de crecer desde la multiculturalidad es nuestra.
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