El peligro del olvido

Carolina era de San Javier, se definía a sí misma como “rebelde y tozuda”, tenía un corazón bondadoso y un espíritu alegre. Era una asistente social con una vocación gigante y tenía una pequeña hija.

Michelle vivía en Santiago y era muy buena alumna. Tenía unos ojos grandes, expresivos, una mirada firme y valiente. Estudiaba ingeniería eléctrica y estaba embarazada.

Juana trabajaba en el Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli, era una mujer activa, responsable, y comprometida.

Sara y Rosa estudiaban enfermería en la Universidad de Chile, Marisol quería ser profesora de castellano.

¿De quiénes hablamos? Hablamos de Carolina Wiff, detenida en la calle por la DINA en 1975, vista por última vez en Villa Grimaldi, donde compartió encierro y torturas con su compañera Michelle Peña, de quien se dice que pudo parir a su hijo o hija en cautiverio, ya que la tomaron detenida con 8 meses de embarazo. Dijeron que la habían arrojado al mar, pero tampoco fueron muy precisos con la información, de su hijo o hija, nada se sabe.

Juana Cofré Catril se suicidó, se pegó un tiro a los 22 años y tardó 19 años en volver a su mapu, a Juana la acusaron de extremista, la acosaron y persiguieron hasta que no pudo más.

Sara Donoso y Rosa Soliz fueron detenidas en julio del 75, por la DINA, la misma que se llevó a Carolina y Michelle, tenían 24 años y nunca más nadie supo de ellas.

A Marisol Vera le dispararon en la cabeza unos uniformados en camioneta el 85, diez años después de que se llevaran a Sara y Rosa.

Hace un par de días la senadora Jacqueline Van Rysselberghe llegó hasta Punta Peuco, el privilegiado penal con televisión, sábanas limpias y baños impecables. Fue a visitar a los reos que se encuentran cumpliendo sus condenas por violaciones a los derechos humanos, paradójicamente, fue a constatar el estado de salud de los reclusos que hoy, viejos y enfermos alegan ya no ser un peligro para la sociedad. Pero sí lo son.

El total de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos es de casi 3.200 personas y las víctimas de la dictadura de Pinochet, más de 40.000. En Punta Peuco cumplen condena 139 reos que siguen representando un peligro para la sociedad, porque nos siguen atemorizando con su silencio, porque nos han hecho conocer el horror de los crímenes que cometieron y nos amenazan día a día con llevarse a la tumba los nombres de sus cómplices y el paradero de las víctimas, porque son los homicidas más crueles que haya visto Chile en el último tiempo y no sienten remordimiento.

Son un peligro, porque eximirlos de sus culpas representa el olvido y la injusticia, en un país que tiene la memoria frágil y que cree que la democracia tal como la conocemos ahora, ha estado siempre en el mismo lugar, que se olvidó de cuanto esfuerzo costó recuperarla y que cree que sus libertades siempre han sido inherentes a su condición humana.

Los presos de Punta Peuco no son presos políticos, son criminales que cometieron delitos que no prescriben y liberarlos del cautiverio es renunciar a encontrar a quienes nos quitaron y olvidarnos de la historia.

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