El domingo recién pasado, mientras se realizaba la elección en segunda vuelta de gobernadores, se despedía a Mercedes Bulnes Núñez, quien se hizo conocida -para el país- cuando irrumpe como parlamentaria por la Región del Maule. Antes de eso se mantenía en una suerte de anonimato, pese a que siempre tuvo una importante participación en su trabajo como abogada en la defensa de los derechos humanos, en su trabajo más cotidiano como abogada del pueblo y como madre.
En una sociedad que muy a menudo solo rinde homenaje a las figuras prominentes y los logros espectaculares, se olvida a los/las que son verdaderamente indispensables: Los/las humildes y los/las invisibilizados; ya que son estos/as quienes juegan un papel crucial en la transformación de la humanidad.
Estas personas, que a menudo pasan desapercibidas, son las que sostienen las estructuras sociales, económicas y culturales de nuestras comunidades. Su trabajo, aunque frecuentemente no reconocido, es fundamental para el bienestar colectivo y el avance de la sociedad.
A través de la fuerza de lo cotidiano, son ellos/as quienes realizan tareas esenciales, desde trabajadores en el campo, hasta profesores en aulas con pocos recursos. Su dedicación y esfuerzo diario no solo garantizan el funcionamiento de la sociedad, sino que también inspiran a quienes los rodean. En muchas regiones, los/las agricultores pequeños, las comunidades indígenas, no solo producen alimentos, sino que también preservan tradiciones culturales y prácticas ecológicas. Su conexión con la tierra y el compromiso con el medio ambiente son esenciales para un futuro más sostenible; los profesores que enseñan en entornos desfavorecidos se convierten en agentes de cambio. A través de su dedicación, no solo educan a las nuevas generaciones, sino que también fomentan la esperanza y la resiliencia en sus comunidades; los/las trabajadores de la salud son los que en muchas comunidades, son los que brindan atención vital. Su trabajo en la promoción de la salud y la prevención de enfermedades es fundamental para el bienestar colectivo, así los ejemplos son muchos.
El poder de lo cotidiano hace que estas personas no solo transformen a través de su trabajo individual, los espacios más inmediatos, sino que también lo hacen a través de la organización colectiva.
Movimientos sociales liderados por personas de bases han sido responsables de cambios significativos en legislaciones y políticas públicas. La lucha por los derechos civiles, la igualdad de género y la justicia social ha sido impulsada por aquellos/as que, a menudo, son reconocidos como la voz del pueblo.
Mercedes Bulnes se destacó por su firme defensa de los derechos humanos, convirtiéndose en una voz clave en el Parlamento. Su trabajo incansable en pro de la justicia social ha sido una esperanza para aquellos que han sido históricamente marginados. Su capacidad para escuchar y representar las necesidades de su comunidad la sitúa como un referente en la política chilena.
A lo largo de su carrera trabajó arduamente para promover la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Impulsó iniciativas que buscan eliminar la violencia de género y garantizar el acceso a la educación y la salud para todas. Su compromiso con la igualdad ha inspirado a muchas mujeres y hombres a unirse a la lucha por sus derechos, y esa es una de las formas de crear un efecto multiplicador en la sociedad.
Por eso, Mercedes pertenece a ese grupo selecto de hombres y mujeres humildes, pero esenciales para construir sociedades más justas y equitativas. Al dar visibilidad a sus contribuciones, se fomenta un sentido de comunidad y se promueve la dignidad de todas las personas.
La transformación de la humanidad hacia un futuro más equitativo y sostenible depende en gran medida de la valorización de los humildes y los invisibilizados. Al empoderarlos y darles las herramientas necesarias, se puede fomentar un cambio real y duradero. Esto implica no solo reconocer sus logros, sino también creer en sus capacidades y en las organizaciones que crean.
Mercedes Bulnes perteneció a ese grupo de los humildes y los invisibilizados que son, sin duda, los verdaderos transformadores de la humanidad.
Nunca nos dejó de emocionar el compromiso cotidiano que expresaba en sus formas y posibilidades, como mamá, como abogada, como compañera inseparable de su marido, Roberto Celedón Fernández; nunca abandonó la búsqueda de la justicia para todos/as; el reclamo por la construcción de una sociedad verdaderamente igualitaria y justa; el compromiso inalterable junto a los pobres, marginados y perseguidos.
Su vida en Chile y en los países bajos, a donde la llevó el exilio, fue un ejemplo de esperanza, fuerza, dolor y generosidad. Su compromiso simple, pero eficaz se paseó victorioso frente a quienes creyeron que podrían vencer la vida.
Faltará su gallardía, su estampa, el tono tan característico de su voz, su fortaleza y perseverancia, su valor para luchar para derrotar este sistema desigual y opresor. Su trabajo, aunque a menudo no reconocido masivamente, fue esencial para el avance de nuestra sociedad chilena.
Al visibilizarla y valorar su contribución, no solo honramos su esfuerzo, sino que también sembramos las semillas para un futuro más justo y sostenible. Es hora de escuchar sus historias de vida y aprender de sus experiencias, porque en ellas reside la clave para un mundo mejor.
Gracias Mercedes. Las mujeres como tú no mueren, viven para siempre en la lucha de los pueblos y, para los cristianos, además, resucitan a la vida eterna.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado