Hablemos de violencia económica

La violencia contra las mujeres se manifiesta de distintas maneras. Desde la violencia física, más visible, hasta la violencia económica, la que no se ve y no se denuncia.

¿Sabemos qué es la violencia económica? Nos referimos al control, por parte del hombre que provee, en la entrega del dinero necesario para la mantención del hogar y/o de las hijas o hijos comunes o de otras personas que integran el núcleo familiar.

También constituye violencia económica cuando un “otro” se apropia del dinero que ganó la mujer con su trabajo, así como la negación, condicionamiento o extorsión de los recursos económicos necesarios para el hogar común. También cuando el “jefe de familia” no deja que la mujer trabaje y genere un ingreso propio.

En el ámbito público, constituyen violencia económica las brechas salariales entre mujeres y hombres que ejercen una misma función y cargo, las diferencias de precio en los planes de salud en las Isapres, las barreras para acceder a créditos bancarios, las diferencias en el acceso al mercado laboral por la falta de políticas de cuidado infantil, es especial, el derecho a la sala cuna solo en empresas de más de 20 trabajadoras, entre otras.

En el marco de la conmemoración del “Día de la no violencia hacia las mujeres”, este 25 de noviembre, en Fundación Prodemu queremos hablar de esta violencia de género, la violencia económica que afecta a miles de mujeres.

Las cifras son claras. La última encuesta Casen reveló que en Chile, del total de personas de 15 años y más, sin ingresos autónomos propios, el 75% son mujeres. El 65% de las mujeres entre 25 y 59 años que está fuera del mercado laboral señalan que sus responsabilidades familiares se lo impiden. En los hombres esta razón no alcanza el 5%.

De acuerdo a lo señalado por la Comisión Nacional de Productividad (2017), la participación de la mujer en el mundo laboral es un tema relevante en el marco de las políticas públicas y, si bien ha aumentado en los últimos veintiocho años, pasando de un 31% en 1990 a un 48% al año 2017, siguen siendo alarmantes las diferencias y barreras con las cuales se enfrentan las mujeres al momento de decidir entrar al mercado del trabajo.

Al observar los datos de participación de las áreas de intervención de Prodemu (Promoción y Desarrollo y Autonomía Económica), sólo un 8,1% de las mujeres declara “trabajar de manera permanente”, pero aumenta a un 32,8% en los casos de trabajo permanente por cuenta propia.

Por este motivo, la Fundación Prodemu ha puesto uno de sus énfasis en implementar acciones de emprendimiento, logrando intervenir a 8.398 mujeres en talleres de capacitación y ferias de emprendimiento, entregando capital,  bajo el programa “Mejorando Mi Negocio”. 

Entendemos como autonomía económica la capacidad que tienen las mujeres de ser proveedoras de su propio sustento, así como el de las personas que de ellas dependen, y decidir cuál es la mejor forma de hacerlo y administrarlo.

Para las mujeres víctimas de violencia de género, lograr su autonomía económica, resulta fundamental para salir del círculo de la violencia, así como denunciar cuando son víctimas de agresiones que pueden hasta costarle la vida.

En los 28 años de existencia de Fundación PRODEMU, la violencia de género que viven las mujeres participantes de nuestros programas es recurrente, transversal, visible.

Los talleres Prodemu permiten desarrollar la conciencia de género, lo que colabora en la prevención y detección de las conductas que constituyen violencia para que, como señala la última campaña, #NoLoDejesPasar. Promovemos el emprendimiento como motor de la autonomía de la mujer, pues a medida que las mujeres avanzan hacia ella, van abriendo los espacios para lograr ser protagonistas de su propia vida.

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