El efecto que significó el bombardeo a la Moneda, la casa de los Gobernantes de la República, donde tanto se sufre según, un antiguo inquilino de derecha, fue muy doloroso, que nos dejó sin distinción a todos, perplejos ante tamaña atrocidad.
Quedamos consternados para siempre, marcado por una imagen aterradora que es imposible borrarla de la memoria visual, aunque haya trascurrido 45 años del trágico suceso bélico, llevado a cabo por nuestra propia Fuerza Aérea.
Fue la orden más descriteriada emanada por los oficiales Golpistas, que el 11 de septiembre de 1973, comandados por el recién nombrado general Augusto Pinochet para derrocar al Presidente electo constitucionalmente.
Recordemos que a la fecha la doctrina de las Fuerzas Armadas, era garantizar su obediencia al Poder Civil, la no deliberación y no intervención en política contingente.
Doctrina del Comandante en Jefe, General, René Schneider, brutalmente asesinado por un comando terrorista de derecha, para impedir que Salvador Allende asumiera su legítimo cargo, ganado en las urnas.
“El Alma De Chile” a la cual se referiría insistentemente el Cardenal Raúl Silva Henríquez, quedó abruptamente hecha triza. Ya en su primera visionaria Homilía el 18 de septiembre de 1974 señalaba angustiado, hasta más no poder, por lo que estaba aconteciendo, en el país.
“En definitiva, todo el odio pasará, la muerte será también vencida y solo quedará la Patria, la familia, de hombres y mujeres libres que juntos lucharon, y que renunciaron a odiarse porque tenían muy poco tiempo para amarse.”
Proféticas palabras pronunciadas en la Catedral de Santiago en el tradicional Te Deum, ante los cuatro miembros de la Junta Militar, que ya tenían sus manos manchadas de sangre, sangre de sus propios compatriotas, detenidos-desaparecidos.
Caín volvió en gloria y majestad a vengarse de sus hermanos
Sufrimos la peor espiral de violencia que se puede rememorar. Aún las heridas permanecen abiertas. Trascurrido casi medio siglo se sigue cuestionando, las horrorosas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos durante los 17 años de dictadura, incluso hasta negar el Museo de la Memoria, como una “farsa” inventada por las supuesta víctimas, de los agentes del Estado.
Nada justificaba tamaño descriterio, “la Moneda en llamas,” recorrió el mundo, como cayó la democracia en un país que durante cuatro décadas consecutivas mantenía su honrosa tradición republicana, salvo el odio engendrado, cuyo ultimátum fue sacar al Presidente muerto.
Seremos capaces de aprender de nuestros errores e injusticias cuando en la década del 60 la sociedad chilena sufría la marginalidad absoluta, la pobreza indignante, el analfabetismo crónico y una desnutrición creciente en niños y niñas, más de un tercio de ellos morían antes de cumplir un año de edad.
Seremos capaces de recordar que las familias vivían en “poblaciones callampas” sin alcantarillado, agua potable, o electricidad, hacinados en cites o en tugurios de mala muerte. Espero que seamos capaces, y Dios nos pille confesado, ahora ya, para que la historia no se vuelva a repetir.
Ese era el triste Chile que se quería cambiar y no se pudo, los aviones de la Fach con sus cohetes contra el palacio de gobierno, destruyeron no solo el edificio, sino que los sueños en que vendrán días mejores.
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