"Puede ser mucho más seguro para un niño una pareja de homosexuales que el Sename" , así de fuertes y claras eran sus declaraciones públicas, lapidarias cuando tenía que salir en defensa de los desprotegidos del país. Era Percival, este particular sacerdote jamás tuvo pelos en la lengua. Hay de aquel que se le atravesara por su camino, infringiendo las mínimas normas de conducta y proceder cristiano.
Me dolió profundamente su deceso, lo reconozco fue una mala noticia, que nos enluta a todos quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, compartir con él. Pero por sobre todo fue un alto honor contar con su inestimable amistad. Una sana sabiduría de las cosas simple de la vida, lo hicieron merecedor de un prestigio moral sólido, al que nada ni nadie podía opacar, por el contrario, fue llamado muchas veces a dirimir conflictos que parecían sin solución.
El cardenal Raúl Silva Henríquez contó con su colaboración incondicional, nombrándolo a cargo de la Parroquia Universitaria "cuando las papas quemaban", en plena dictadura militar. Fue un techo protector de aquellos que luchábamos por reconquistar la libertad y la democracia, muchos evitaron ser detenidos-desaparecidos gracias a su generosa hospitalidad.
Ejemplar trabajo en defensa de los jóvenes perseguidos, reconocido por moros y cristianos. Defensor inclaudicable de los derechos humanos, de todas las personas, violados sistemáticamente por los agentes del Estado, tanto de la Dina, como posteriormente de la CNI.
Vivió con modestia, nunca le gustó el poder y la pompa, al interior de la curia, menos los cargos ostentosos en que se ve envuelta actualmente la Iglesia Católica, santa y pecadora de hechos monstruosos que enlodan la labor de tantos sacerdotes ejemplares, en hacer carne el evangelio de Cristo, al que abrazó con mucha humildad y dignidad.
Esto lo consumía en una rabia e impotencia. La que afloraba por todos sus poros. A través de sus prístinos ojos se notaba su dolor íntimo por lo que sucedía, y se conocía a diario del episcopado nacional. El mal estaba inserto y la degeneración de sus hermanos sacerdotes y obispos dañaban irreparablemente la misión de la Iglesia Católica, aquella que él siempre supo servir sin esperar nada a cambio.
Paladín de la verdad, no tuvo miedo ni temor alguno el denunciar al trío de incalificables, que se unieron en concomitancia para ocultar los crímenes de abusos sexuales, cometido por el cura Karadima. Los cardenales Ezzatti y Errázuriz recibieron de parte de este modesto cura las más condenables críticas y duras declaraciones a los medios, por sus nefastas actuaciones, tratando de ocultar toda la perfidia que cometían los pedófilos y pederastas, al interior de parroquias y seminarios.
Sus predicas eran claras y precisas, aterrizadas en el acontecer del país. Como profesor de Moral Social, en la Facultad e Teología de la PUC, no trepidó en señalar como existen cristianos, más aún católicos de misa diaria y comunión permanente, "que no han visto ninguna relación entre la moral y el dinero" , donde la desigualdad es tan brutal que nos califican como el país de la salvaje explotación.
La misma perversión entre la política y el dinero, que corrompe las instituciones básicas de la sociedad democrática, la que hoy está cuestionada por la gran mayoría de los chilenos y chilenas. Sus duras declaraciones las más de las veces cayeron al vacío e interesadamente al premeditado olvido. El legado de sus escritos retumbarán para siempre en la conciencia de muchos humanistas cristianos que usaron y abusaron de su inteligencia y bondad.
No podía dejarnos sin antes profetizar sobre los acontecimientos del 18-O que nos tienen sumidos en una incertidumbre inédita: "El Gobierno ha actuado con soberbia” ¡escuchen este grito de alerta. Ahora porque mañana será demasiado tarde".
Amigo Percival descansa en paz, el pueblo siempre estará contigo.
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