Las acciones vandálicas en el Estadio Nacional frente a un sitio de memoria histórica, por parte de barristas de fútbol, nos obliga a pensar en lo que nos sucede como país.
Las respuestas que se dan frente a la pérdida de valor patrimonial irreemplazable por parte de los responsables en autorizar y/o cuidar este espacio, no dan el ancho. Solo cuidan que el partido de fútbol que se aproxime a la semana siguiente cuente con contingente policial y de seguridad, por cuanto ello nos dice que el fútbol, en materia económica, es más relevante que la profanación de un espacio de memoria histórica, que le recuerda sufrimiento y dolor a un pueblo.
Acciones indolentes como esas ya forman parte del retrato posible que se le puede hacer a la sociedad chilena, la que por haber avalado el neo modernismo, se conforma con saberse parte de la sociedad del riesgo, y por tanto pareciera que es NORMAL, sentirse amenazados en la calle, inseguros/as en las viviendas y barrios, amedrentados por el ruido ambiental que provocan en paralelo las misóginas canciones que evangelizan la narco cultura. Todos textos que luego impactan como amenazas conductuales reivindicatorias y/o como descargas de frustración en distintos ámbitos del quehacer social, imponiendo en la sociedad chilena un aislamiento y una vulnerabilidad que causa socialmente pánico, caos, miedo, desregulación, faltas de respeto como la que vimos en el estadio nacional, entre otras inconsistencias que acrecientan el egoísmo, la desafección y por consiguiente la destrucción del espacio social.
Pareciera ser que la solución es achicar los marcos legales de nuestra ciega justicia, no obstante los cambios que ha experimentado la reforma procesal penal en materia de modernización, hacen ver los resultados en lo social, solo como una cosmética que sigue dándole tribuna al mundo político en materia de seguridad para sus dividendos eleccionarios, socavando así la idea de Estado democrático, social y de derecho y donde también los dueños de los medios de comunicación hacen lo propio para fomentar el peor miedo posible.
Lo anterior nos lleva a pensar que estamos en un punto de inflexión como sociedad chilena, ya que los modelos de punitivización de la era Thatcher no han operado, como tampoco los modelos involucionistas de dejar hacer.
¿Cómo apuntamos a construir una política de convivencia social de largo plazo que respete un convivir desde nuestra idiosincrasia social y que al mismo tiempo nos permita actuar conforme a derecho y respeto en un mundo global?
Como sociedad no buscamos tener menos derechos ciudadanos, tampoco buscamos tener derechos que segreguen a la ciudadanía mirando el país solo desde el lente de la criminalidad, porque sabemos que ello nos puede llevar a un escenario populista que nos lanza a todas las segregaciones posibles, exponiéndonos a mayor agresión y violencia. No obstante, este punto de inflexión, nos obliga HOY, a dejar de ser meros espectadores, conminándonos a luchar entre todas y todos por la SEGURIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS que es lo que debemos darnos para vivir en libertad y seguridad, teniendo a las personas como eje de protección.
Visto así, el fútbol chileno debe darnos de hoy en adelante, la garantía de poder ir a ver un evento en total libertad, y en total seguridad, por el solo derecho a asistir. Para eso DEBEMOS VER en cada partido de fútbol, que se haga en adelante, un acto de reparación frente a la profanación de nuestra memoria histórica. Hace 50 años, los tablones del Estadio Nacional se rompieron con sangre dolor y muerte por parte de la dictadura de Pinochet. El 11 de febrero de este año, al fútbol chileno no le importó que más de 400 compatriotas fueran torturados y muertos en ese recinto y sin racionalidad alguna, volvió a mancillar con su violencia ciega ese espacio de memoria.
Ya no nos basta con reparaciones económicamente indemnizatorias. Queremos garantías colectivas de no repetición mediante una reparación transformadora que haga explícita: Tu historia es mi historia. Yo respeto mi historia.
El fútbol chileno debe reparar su profanación y debemos verlo en cada estadio de Chile, antes de iniciar un nuevo partido, de hoy en adelante. Esto ya dejó de ser una solicitud, es un mandato social que nos ayudará a mostrarle a las infancias, que un pueblo sin memoria, es un pueblo sin futuro.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado