Templanza y examen de consciencia

Una simple búsqueda en internet permite conocer que la templanza alude a cautela, justicia, sobriedad y mesura en el actuar a fin de evitar daños, dificultades o inconvenientes, y se le señala como una virtud humana que requiere de buen juicio, discernimiento, precaución, sabiduría, para manifestarse.

Alcanzar dicha virtud debiere ser requisito para personas que cumplan labores de responsabilidad frente otros, pues evidentemente debieren ser capaces de conducir momentos críticos con buen juicio, tanto en su quehacer de servicio, como en su vida personal y privada. Estamos hablando de servidores públicos que se deben a sus "usuarios", como el personal de salud a sus pacientes, educadores a estudiantes, autoridades de diverso rango a la ciudadanía que representan y el territorio que se habita, entre otros.

Tal virtud puede aparecer de modo natural en un humano, o, de carecerse en modo innato, desarrollarse a través del tiempo, especialmente si toca pasar por experiencias vitales o formativas profundas.

Ver bajo el agua, ver más allá de lo evidente, ser capaz de expandir la percepción consciente y afinar el contacto con lo real; son capacidades indispensables en personas que asumen la función de servicio a otros para poder ofrecer, con templanza, respuestas más asertivas y efectivas en momentos complejos. Perdonen la insistencia de colocar, de un modo u otro, misma idea. Es que abunda tanta muestra de la ausencia de estas cualidades humanas, tantas respuestas destempladas, hasta temerarias y riesgosas; tanta superficialización o tergiversación de las lecturas comprensivas del momento; tanta tendencia a la polarización que exacerba ánimos más que generan armonía; en tanto ámbito del servicio y del ejercicio de autoridad; que a veces desalienta el ánimo, y, para no caer en la desesperanza, finalmente me afirmo en la motivación de poner en palabras esta visión de la necesidad de asumir como imperiosa la virtuosidad de responsables como objetivo trascendente en su formación, de capitán a paje.

El llamado es al examen de consciencia de cada ser humano que ejerza esta naturaleza de función sobre otros, que en su plena soledad y presencia consciente de sí y ante Dios, o la Consciencia Universal o Cósmica si prefiere, se sincere en aquellos aspectos de su propia vida y maneras de conducirse y conducir que mantiene ocultos, que se atreva a reconocer los malos hábitos, las autoindulgencias; que durante el autoexamen se disponga a reconocer las consecuencias, los daños, los impactos que este lado oscuro del actuar va acarreando, que los sienta vívidamente, en carne propia. Habrá que avergonzarse, arrepentirse desde lo más profundo del Ser, e inmediatamente ocuparse de ver el modo de tomar fuerzas para rectificar y asumir las consecuencias con altura de miras, sin caer en la tentación de justificar lo injustificable, dando cara, asumiendo con hidalguía.

Duele, claro que sí, se hiere el ego, la imagen proyectada de sí, pero también se alcanza un tipo de alivio que permite considerar como una buena experiencia pasar por ese trance, que facilita el desarrollo de la humildad verdadera, y que dispone a más disciplina, consciencia y coherencia. Si es sincero el anhelo de trabajar por el bien común, si es real la convicción de ser partes de un "Gran Todo" que nos aúna, se tendrá verdadera certeza del valor trascendente que tiene el esfuerzo de atraer luz a la propia oscuridad. Ya se irán despertando y consolidando virtudes superiores humanas, como la templanza y el buen juicio, por merecimiento.

Quien conoce sus oscuridades más profundas, será capaz de comprender y ponderar con más justicia las faltas de otros, y será capaz de pasar de la crítica y censura sin más, a la observación y acción ecuánime que alienta a la superación personal y colectiva en los momentos críticos. Si los responsables de otros actúan así, sin duda aportarán a la armonía, evolución y bienestar de la nación, y, por simple irradiación cuántica, del planeta, del universo, del cosmos y de las dimensiones incognoscibles al humano que es posible intuir envuelven la Vida toda.

Perdón el entusiasmo acerca del poder transformador del examen de consciencia y la templanza, más, al parecer la tribulación es y será para todos, profecías al respecto sobran, remítase, por ejemplo, al aún abierto caso en la iglesia católica de las apariciones de la Virgen en Garabandal, España. Más vale estar preparados y haber modelado con humildad a quienes se guía o atiende.

Pero volviendo los pies y la mirada a la Tierra, a Chile, al Servicio Público, agregar que resultaría muy alentador, que, en la formación académica, la capacitación de servidores públicos, y la formación de personas que ejercen o ejercerán cargos de autoridad; se suba en la jerarquía de prioridades la habilitación o formación en el desarrollo de cualidades como las descritas, cuidando eso sí, de asegurar y garantizar mismas cualidades y disposición al perfeccionamiento de quienes las conduzcan, pues, como en casi todo, si es que no en todo, abunda quienes pregonan sin practicar o superficializan y mercantilizan lo que es profundo y esencial.

Y elevando nuevamente la mirada, pido a Dios asistencia para que estas palabras lleguen a quienes les aliente a tamaña superación y desarrollo, y que me sostenga en mi propio afán de progreso y rectificación. Gracias.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado