Partieron corriendo solos y volverán a salir segundos

Tenían todo a su favor y pueden perder. La candidatura de Evelyn Matthei es una opción que convence, pero de lo que convence es que va a seguir retrocediendo. Nada espectacular, solo un muy lento deterioro. Se ha generado esta convicción y sus competidores se están adaptando a un escenario que les entrega más oportunidades de triunfo. Para la centroizquierda también reviste importancia que la oposición no está creciendo en apoyo, lo que experimenta es un trasvasije de respaldo entre sus candidatos y las fronteras entre ellos está lejos de ser una barrera infranqueable.

Si la derecha divide su apoyo muy equitativamente entre sus dos principales candidaturas, sería posible que pasara a segunda vuelta la opción oficialista, para lo cual se requiere cometer menos errores que sus adversarios. Estamos variando hacia un derrotero que no se veía posible en los últimos dos años. El factor que más ha pesado ha sido el tener una derecha dividida. Esta situación no se ha producido por la ceguera de sus dirigentes, sino porque están compitiendo entre sí por el predominio.

Se han dividido porque veían al oficialismo destinado a perder a todo evento, lo que hacía más necesario definir entre ellos quien iba a predominar por largos años. Este sigue siendo una opción vigente y el comportamiento adoptado no es irracional, es solo que no las tienen todas consigo.

La derecha dura puede ganarle a la candidata de Chile Vamos, pero la condición es que Kast supere a Matthei ya en primera vuelta y eso ya habría sucedido si se bajara la candidatura de Kaiser. Si la opción republicana ha seguido creciendo es porque su líder ha cometido menos errores que Matthei, lo que no ha producido ningún cambio espectacular, sino un desgaste por goteo que no para.

Es cierto que si un mismo sector político presenta más de una candidatura sus opciones electorales disminuyen. Al ser esto tan evidente, los electores de derecha debieron optar hace rato por adherir masivamente por la candidatura más proyectada, pero eso sería desmerecer la capacidad de la abanderada de Chile Vamos de aportar a su propio desgaste. Lo que ha ocurrido es algo sorprendente. En el caso de la derecha la existencia de tres candidaturas no ha sido un problema parejo para todos, sino únicamente para la primera y el tercero en competencia.

Para Kast ha llegado a ser un elemento favorable que se mantenga en la competencia un candidato más duro. Eso lo ha posicionado como un actor menos extremo, no porque haya cambiado en algo sus planteamientos, sino porque existe otro que emplea un vocabulario más rudo y que, por contraste, lo hace ver como una posición más centrada. Despierta menos susto que la vez anterior.

La unidad es la diferencia específica

La división opositora en tres variantes no le está resultando letal, sino que alimenta una competencia hasta última hora con mal pronóstico para Matthei. No es la situación del oficialismo. En la centroizquierda el diálogo y el acercamiento de posiciones es el modo correcto de proceder, en el ala dura de la derecha esto sería motivo de escándalo puesto que la inflexibilidad en las posiciones asumidas es lo que se aplaude.

La competencia electoral se define en el centro del tablero político, por eso el mayor error que se puede cometer en la campaña presidencial oficialista consiste en desviarse de este foco de atención y ponerse a discutir en las laterales. La elección primaria no es una competencia entre partidos, ni una forma de dirimir sus querellas o saldar cuentas. No está pensada para resolver quién actuó mejor en el pasado. Ni siquiera se vota en la práctica por un proyecto político. Lo que se escoge es la persona más apta para representar un colectivo que tiene que trabajar unido de allí en adelante.

En una competencia entre aliados no hay un modo productivo de mostrar que las otras alternativas están por completo equivocadas porque, si fuera así, no se entendería por qué se está en un proceso en el que todos partieron declarando que se necesitan. Si convencen a la ciudadanía interesada en participar que están en posiciones divergentes, pierden todos porque su conciliación es imposible.

Quienes creen que están "animando" la participación en primarias al entrar en polémicas consistentes en descalificar otras candidaturas puede que quieran colaborar, pero solo están practicando la política de baja densidad que es la que conocen y de la que no quieren salir. En conjunto la centroizquierda tiene una oportunidad de triunfar, siempre y cuando escoja un liderazgo común sin salir dividida. Intentar ganar a costa de lo que sea es desaprovechar una opción posible para la unidad.

Cuando se cambian los vetos por los compromisos

La era de los vetos cruzados está concluyendo y no debe tener nuevas reediciones. Quien triunfe en las primarias ha de enfocarse exclusivamente en competir con la derecha. Para eso tiene que presentarse como una opción colectiva cohesionada que va ampliando su apoyo en progresión. La centroizquierda es un sector con capacidad de competir de no cometer ningún desacierto importante en lo que queda del camino. El proceso iniciado en las primarias no concluye el día de la elección. Culmina cuando quienes participaron, y quienes quieren adherirse, le presentan a Chile un programa de gobierno y se constituyen como una alianza que da sustento político a una nueva administración.

Este año es cuando en la centroizquierda ocurren cuatro cosas simultáneas: se compite para ganar la Presidencia de la República y obtener la mejor representación parlamentaria posible; se establece una hoja de ruta que se le ofrece al país como guía compartida; se amplía la actual coalición a una más fuerte, efectiva y coordinada y se establece un pacto parlamentario en la modalidad que la negociación de los partidos concuerde.

Se trata de establecer una unidad básica con sentido estratégico. Las identidades partidarias existen y se mantienen, pero también los propósitos comunes y una estrategia conjunta para hacer frente a la derecha. Los socios quedan bien definidos, pero será el liderazgo presidencial el que ordene. Mirado en perspectiva, se trata de una ampliación del oficialismo, pero que consolidará una alianza de nuevo cuño, que estará operativa desde el primer día.

Como los compromisos son los mismos para todos, no hay vetos para nadie, no predominan algunos y sí hay obligaciones comunes para cada uno. Se trata de un nuevo comienzo que no se basa en una interpretación común del pasado porque lo que se pretende es moldear el futuro. Con eso se tiene bastante.

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