Los países de América Latina y el Caribe han desplegado un gran compromiso con la Agenda 2030 con importantes avances en la implementación de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, las tendencias revelan que el cumplimiento de esta hoja de ruta global hacia 2030 se encuentra en un punto crítico en la región.
A casi cuatro años de su aprobación, 29 de los 33 países de América Latina y el Caribe cuentan hoy con mecanismos institucionales de coordinación y seguimiento de la Agenda2030 a nivel nacional cuya labor se funda en instrumentos legales que definen sus alcances y objetivos.
En contraste, la heterogeneidad en el alcance de algunas de las metas de los ODS ha puesto en riesgo la integralidad de la Agenda 2030. Así, mientras algunas metas ya se han cumplido a nivel regional, otras solo serían alcanzables con altas tasas de crecimiento o con fuertes cambios distributivos, y otras parecen inaccesibles ante cualquier hipótesis.
Entre los avances podemos destacar que la región ya alcanzó la meta en la reducción de la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años de al menos a 25 por cada 1.000 nacidos vivos, y se aprecia una tendencia positiva en el porcentaje de personas que usan Internet.
Sin embargo, parece muy difícil que la región logre otorgar acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todas y todos, mientras que la tendencia en el acceso a la educación secundaria no es suficiente para que todos los niños y niñas culminen el nivel oportunamente en el 2030. En la región, además, se frenó la tendencia positiva que exhibía la prevalencia de la subalimentación.
El desempeño económico y distributivo reciente, en tanto, es insuficiente para eliminar la pobreza extrema: en los últimos 10 años, el PIB de América Latina ha crecido a menos del 2% anual (1,7%). Por su parte, el coeficiente de Gini - que mide la distribución del ingreso - se redujo 0,9% anual en un período de 10 años. No obstante, en los últimos 3 años el ritmo de reducción fue de solo 0,6% anual.
Por todo ello, y dado que las tendencias de muchos indicadores muestran que las metas de varios ODS no se alcanzarían, las políticas para implementar la Agenda 2030 son hoy más imprescindibles que nunca. Asimismo, evaluar los impactos de esas políticas es crucial para determinar si están revertiendo las tendencias negativas y reforzando las positivas.
La Agenda 2030 requiere de un nuevo multilateralismo que fortalezca la confianza en la cooperación internacional y la acción colectiva para la provisión de bienes públicos globales y regionales, que aumente la resiliencia ante los choques financieros, comerciales y tecnológicos, que universalice estados de bienestar y proteja los derechos de las minorías, que fortalezca los intereses difusos de la mayoría por sobre los intereses de grupos organizados o que concentran capital y tecnología, y que fortalezca las capacidades deliberativas, la transparencia y el debate informado del conjunto de los ciudadanos.
El Foro Político de Alto Nivel sobre el Desarrollo Sostenible, que se desarrolla en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, del 9 al 18 de julio, invita a los países miembros a presentar sus avances en la implementación de la Agenda 2030 e intercambiar experiencias en la construcción de sociedades más resilientes.
Este Foro es el escenario propicio para que los países de la región refuercen su compromiso con el cumplimiento de la agenda de transformación civilizatoria que el mundo se ha fijado para 2030 y una oportunidad para dar más y mejores pasos en el combate contra el estigma que marca nuestra histórica identidad: la desigualdad.
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