La última cifra disponible sobre empleo femenino en Chile -una tasa de desempleo cercana al 9% en el trimestre julio-septiembre de 2025- nos recuerda que, a pesar de los avances, la inserción laboral de las mujeres sigue siendo un desafío estructural. No se trata solo de crear puestos de trabajo, sino de generar empleos de calidad, con estabilidad, reconocimiento y oportunidades reales de desarrollo. En ese contexto, las políticas públicas que fortalecen las trayectorias laborales femeninas cobran una relevancia decisiva.
Un ejemplo concreto de lo último es la reciente certificación de competencias laborales de cien mujeres en los sectores de Construcción y Gastronomía, impulsada por ChileValora bajo el programa ChileValora Certifica. La ceremonia de certificación no solo marcó un hito institucional -al ser la primera certificación realizada directamente por este organismo en sus 16 años de historia debido a que desde este año la institución cuenta con recursos propios para procesos de esta naturaleza-, sino también un paso simbólico hacia la equidad y la valoración del trabajo femenino.
La presencia en la actividad del ministro del Trabajo y Previsión Social, Giorgio Boccardo; y la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana; refleja que este esfuerzo trasciende la gestión técnica: es una apuesta política por el reconocimiento y la dignidad laboral de las mujeres en oficios históricamente masculinizados o precarizados.
Las 100 mujeres certificadas acreditaron sus competencias en tres perfiles del catálogo de ChileValora: instalador(a) eléctrico(a) clase D, instalador(a) de gas clase 3 y manipulador(a) del Programa de Alimentación Escolar. Detrás de cada una de ellas existe una historia de esfuerzo y una demostración de que el talento no tiene género. Las participantes de Red Maestra -que impulsa la capacitación de mujeres técnico-profesionales- y las manipuladoras del Sindicato Interempresas de Manipuladoras de Alimentos Lo Prado, validaron su experiencia tras años de realizar esas labores. Esa validación no es un mero trámite, sino que significa abrir puertas a empleos más formales, mejor remunerados y con mayor estabilidad.
La iniciativa se inserta en el marco del proceso de modernización de ChileValora, impulsado durante el gobierno del Presidente Gabriel Boric -y por acuerdo del directorio tripartito del servicio-, que fortaleció las facultades del organismo para otorgar directamente certificaciones y facilitar el acceso a este beneficio. Con ello, el Estado da una señal clara: no basta con formar, hay que reconocer las competencias que ya existen, sobre todo en sectores donde las mujeres han sostenido, por años, el funcionamiento de servicios esenciales sin recibir el debido reconocimiento.
Programas como ChileValora Certifica, que cuenta con casi seis mil cupos anuales -donde el 40% en 2025 fueron para mujeres- a través de una inversión superior a 2.000 millones de pesos, son una herramienta estratégica para cerrar brechas de empleabilidad. No solo validan el saber hacer, sino que también fortalecen la autoestima profesional y la autonomía económica, factores decisivos para la igualdad de género.
La lucha por la equidad en el trabajo no se da únicamente en los discursos ni en las cifras, sino en acciones concretas como esta: reconocer, visibilizar y valorar las competencias de las mujeres que día a día sostienen la economía del país. Certificar no es un acto administrativo; es un gesto de justicia y de futuro.
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