Fue una sorpresa leer la opinión del arzobispo de Santiago (y posible candidato a cardenal) con la cual se pronunció ante el cierre de una industria de la Región del Bío Bío. Con ello traspasó una delgada línea roja. Esta línea se refiere a las opiniones de la iglesia sobre temas de la economía real, más precisamente, sobre economía política y la industria.
Como lo sabrá el arzobispo, casi siempre ante una acción hay una reacción, y esta no fue la excepción. Desde ambos lados de la política, hubo réplicas a su opinión. Un autoproclamado precandidato presidencial de derecha lo criticó por la red X por dar malos ejemplos comparativos en lo referido a que: "se dejó caer la industria del calzado, las textiles y tantas otras. Ahora, la siderúrgica de Huachipato. Este proceso sólo traerá desdicha y pobreza a miles de familias", pero Kaiser, basa esta opinión en un axioma, típico del dogma neoliberal sobre la ultra flexibilidad de la oferta y la convertibilidad laboral que en Chile no es tal.
Por otro lado, se ha interpretado que la opinión del arzobispo ataca al corazón de la economía internacional de mercado, porque en el mercado del acero se observa una guerra: "Se trata de una batalla a muerte: el que tenga mayor productividad, o menores costos o mayor apoyo de su gobierno, tendrá menores precios y se quedará con el mercado", lo cual al parecer, no fue implícitamente la intención subyacente del pastor. Así las cosas, Fernando Chomalí cruzó la línea que lo incorpora al debate contingente de la política y la economía. El pastor debe cuidar a sus ovejas, podría argumentarse para refrendar esta acción, porque la decisión de Huachipato la calificó de ser "un viaje sin retorno que empobrecerá a Chile".
Lo interesante del debate es que el papa tiene una muy interesante línea de trabajo en el mundo terrenal, se denomina "La Economía de Francisco" (EoF), ella proclama: "«Hoy, una nueva economía inspirada en Francisco de Asís puede y debe convertirse en una economía de amistad con la tierra y en una economía de paz. Se trata de transformar una economía que mata en una economía de la vida, en todos sus aspectos».
La aspiración de una nueva economía que concilie los postulados del neoliberalismo extractivista, la maximización de la función de utilidad del consumidor y la minimización de costos de productor, con un entorno de paz y mejoramiento del bienestar social y ambiental es un desafío que puede ser proclamado y construido por el líder de la Iglesia Católica en Chile, que además es ingeniero civil.
Bienvenido Arzobispo al mercado.
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