Cómo nos afectaría la crisis internacional

Las noticias políticas provenientes de Europa y Estados Unidos, y los consiguientes impactos sobre las economías en casi todo el mundo, han continuado siendo como una verdadera montaña rusa. Lo que predomina, por lo tanto, es la incertidumbre que genera una sobre reacción en los mercados financieros.

Sin embargo, como puede transformarse en una versión muy negativa del antiguo cuento del lobo, es mejor estar preparados si el lobo-recesión internacional- llega.

Si se produce un agravamiento de la situación internacional - tanto en Europa como respecto al crecimiento de Estados Unidos - y especialmente si se observa algún impacto sobre la economía China, la respuesta de la política económica en nuestro país debe enviar señales claras a los mercados y actuar en forma muy rápida.

Es necesario evitar una política fuera de tiempo, atrasada y poco significativa en relación a la magnitud del problema.

Las dificultades del sistema financiero internacional, sobre todo de los grandes bancos mundiales, junto con la caída de la demanda por nuestras exportaciones, son los dos principales problemas que nos pueden afectar si la crisis continua profundizándose.

Ya vimos en la crisis de 2008 – 2009, los nefastos efectos que tuvo en nuestras empresas, especialmente las Pymes, la política restrictiva que tuvieron los bancos luego del verdadero colapso del sistema financiero internacional, por eso, debemos estar preparados para evitar que el crédito se restrinja.

Una forma de controlarlo, es a través de un agresivo programa de avales estatales - mayor al de esos años - y otra, es la aplicación de medidas que hagan provisionar menos a los bancos sobre créditos con riesgos generados por la crisis internacional, por cierto sin afectar la solvencia de estas instituciones.

Las provisiones voluntarias, la calidad de los otros activos y las utilidades de los bancos forman un buen colchón de ajuste.

Los problemas actuales, tanto en la Unión Europea como en EEUU, son esencialmente problemas políticos, en cuanto a la forma de resolverlos, y se han generado por conflictos también de índole política, como el excesivo endeudamiento de algunos países producto del déficit fiscal.

Además existen dificultades que pueden llevar al colapso a ciertos bancos y otras instituciones financieras, como ocurrió con Dexia, producto de tener en su cartera de inversiones una gran cantidad de papeles de deuda emitidos por los gobiernos de países que hoy enfrentan mayores dificultades para pagar esas deudas.

Esto responde a una absoluta falta de prudencia de las instituciones que compraron los papeles, e inadecuadas regulaciones respecto a los activos bancarios.

Por otra parte, el anuncio de un referéndum en Grecia para aprobar el ajuste en la política económica de ese país, que acompaña el paquete de ayuda que acordaron los países de la Unión Europea - significa profundizar la alta incertidumbre que existe en ese continente, aunque se haya echado marcha atrás.

Ese aviso hizo muy patente algo que debería haberse considerado: los procesos de ajuste de gasto público tienen un límite, desde el punto de vista de la población afectada.

Puede que las políticas sociales, la fecha de jubilación, la cantidad de trabajadores públicos, etc., estén por encima de las posibilidades reales de sostener esas políticas, pero cambiarlas bruscamente tiene un efecto recesivo, de desempleo y caída del ingreso real (capacidad de compra) que los habitantes de un país llegan a considerar inaceptable.

Las consecuencias directas de la profundización de la crisis se darían sobre el sistema bancario de esos países muy comprometidos con bonos de deuda externa de Grecia, Italia, Portugal y España, lo cual puede producir un fenómeno semejante al de la crisis financiera del año 2008, aunque posiblemente de menor intensidad.

Esto significa mayores dificultades para que los bancos nacionales operen las líneas de crédito con sus contrapartes europeas. Mayor incertidumbre financiera significa mayor inestabilidad económica y un crecimiento aún menor al bajo nivel que hoy se ve en esos países, excepto Alemania. Esto también nos afectaría por una menor demanda de los productos que exportamos a ese continente.

Es difícil hacer predicciones en este momento, dada la velocidad con que se desarrollan los acontecimientos.

Por ejemplo, inmediatamente después del anuncio griego, todas las bolsas estuvieron fuertemente a la baja; sin embargo, luego del anuncio del endurecimiento de la posición de los restantes países de la Unión Europea frente a Grecia - y también respecto a los cambios que debe hacer el gobierno italiano – las bolsas repuntaron, tanto en EEUU como en Europa, por lo tanto podemos tener una solución de este tema o una profundización de la crisis. No se sabe.

Lo que es claro es que el crecimiento de la mayor parte de los países europeos continuará muy bajo por lo menos en los próximos dos años, y respecto a eso nuestros exportadores, los bancos, las Administradoras de Fondo de Pensiones, el gobierno y el sistema político de nuestro país, tienen que estar preparados.

En Chile quienes están muy relacionados con exportaciones a Europa debieran estar preparados para una menor demanda, un menor precio de los productos. En efecto, ya los exportadores de fruta han planteado su esfuerzo por desviar el mayor volumen posible de productos hacia Asia.

Se entiende que los bancos chilenos también están preparados para sustituir líneas de crédito con sus corresponsales europeos, si se profundiza la crisis.

Respecto a las personas y pequeñas empresas, lo mejor es evitar el endeudamiento a lo verdaderamente necesario, por si existe algún “chaparrón” interno. En tanto, el gobierno y el parlamento deberán analizar y aprobar un presupuesto que contenga holguras y posibilidades de reasignación, por si se necesita apoyar a personas y sectores productivos que puedan ser afectados.

De todas maneras, el país está bien preparado para amortiguar esos impactos, porque tiene recursos en el exterior, que pueden ser usados en caso de una caída en la actividad interna.

Por otro lado, existe mayor claridad que en 2008 – 2009 respecto a la velocidad de reacción y a la eficacia de los programas para enfrentar los problemas antes de indicados.

Con esto, la crisis europea nos debiera afectar mucho menos que la crisis financiera global de 2008.

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