Ecosistema de emprendimiento chileno: obstáculos y desafíos

No existe receta. Observar lo que se está haciendo en el resto del mundo en materia de emprendimiento, puede resultar de dulce y agraz. Pero, dejar de poner el foco en nosotros es lo más saludable para expandir los sentidos y hacernos una autocrítica como país pues aún estamos al debe con el fortalecimiento del ecosistema emprendedor.

Y los encuentros internacionales son la perfecta vitrina para mostrar experiencias exitosas y aprender de ellas. Un ejemplo es la reciente celebración del Babson Connect/World Wide 2015 realizado en Cartagena, Colombia recientemente.

Se trata de un programa que desarrolla anualmente Babson College la escuela Nº1 del mundo en emprendimiento, destinada principalmente a su red de ex alumnos y a líderes internacionales tanto empresarios, académicos como políticos que se desenvuelven en el ámbito de la Innovación, Emprendimiento y Competitividad. Una escuela que está empeñada en formar líderes que reformulen el mundo a través del emprendimiento de alto impacto.

Allí estuvimos compartiendo con un selecto grupo de expositores. Por citar algunos: Daniel Isenberg, creador del modelo del Ecosistema de Emprendimiento (mundialmente reconocido); Jay Rao, profesor de Innovación (asesor de diversos gobiernos en materia de implementación de políticas públicas en innovación), Raj Sidodia (autor de diversos libros en materia del Capitalismo Consciente, competitividad, además es parte de la red de relatores de TEDx) y el reconocido empresario y filántropo colombiano Jaime Gilinzky.

Uno de los casos expuestos que más nos llamó la atención, es lo que se está haciendo en la ciudad de Manizales (Colombia) con su proyecto “Manizales más” que, con la asistencia técnica de Babson ya está trabajando en un horizonte de 5 años en la creación de un ecosistema que tenga un impacto real, de aquellos que generan retorno económico y social.

“Cree, crea, crece”….esa es su consigna y su visión es convertirse “en un imán para emprendedores externos e internos, creando oportunidades basadas en un ecosistema de emprendimiento que ayude a los emprendedores a creer en ellos mismos, crear valor para los clientes y crecer fuertes, con orientación global”, señalaron sus creadores. En ello están comprometidos actores públicos, privados y académicos. ¿Por qué? por convicción.

¿Qué lecciones nos trajimos? Muchas. La primera, confirmar que en nuestro país aún hay mucho por hacer en materia de diseño y desarrollo de ecosistemas de emprendimiento. Creo que lo que se hizo entre los años 2010-2014 fue bueno, sobre todo en materia de difusión y extensión de cultura, visibilizando y validando la actividad emprendedora. Sin embargo, aún quedan muchos problemas y desafíos que asumir.

No podemos, por ejemplo, desarrollar un único ecosistema para Chile. Cada región de nuestro país debe tener uno definido y claro, pues un ecosistema debe ser para poblaciones de 1.000.000 de personas aproximadamente para poder implementarlo de buena manera e ir así midiendo su impacto. No es lo mismo emprender en Arica y Parinacota que en la Región del Bío-Bío.

Otra lección es el rol de la mujer en emprendimiento. Quizás es esto donde, como país, vamos más atrás y por lo mismo es donde está la mayor oportunidad para visibilizar su papel en la economía.

Validemos, fomentemos  sus emprendimientos como una alternativa real al empleo, generando marcos de políticas que incentiven a las mujeres a participar más activamente. En este sentido trajimos como Centro de Competitividad,  una idea para desarrollar un programa que pueda desarrollar el Ecosistema Emprendedor Femenino nacional, lo cual esperamos implementar dentro de un año, con la ilusión que en Chile puedan existir miles de grandes emprendedoras.

Pero no solo basta con intentar democratizar el emprendimiento en la perspectiva regional y de género. Tampoco basta colocar el foco en “inversiones” o “subsidios”, ya que prontamente se transforman en “drogas” que hacen adictos a los emprendedores y los mantienen con vida pero no prosperan en competitividad e innovación. Debemos observar lo qué se está haciendo en otras latitudes del planeta.

Otro punto interesante de esta experiencia y, por cierto uno de los más importantes por ser un tema de fondo, es la necesidad de revisar el foco de la estrategia local. Si sacamos una radiografía de las 250 mil empresas que se crearon entre el 2010 y 2014 (versus las 150 mil entre el 2006 y 2009), cabe preguntarse ¿cuántas de ellas son hoy unidades de negocios rentables, generadoras de empleo y al día con el pago de sus impuestos y no sólo razones sociales o empresas de papel?

Es  aquí entonces donde hay otro talón de Aquiles en nuestra política nacional. Los ecosistemas de innovación y emprendimientos realmente exitosos han puesto su foco en potenciar las empresas ya existentes, no en la creación de nuevas unidades de negocio.

Y cuando el énfasis está puesto en ello, se produce un círculo virtuoso pues se va generando un ecosistema con una dinámica que permite, de forma natural  que las empresas existentes se conviertan en proveedoras de las más grandes.

En esta perspectiva, creemos que el centro de la discusión en nuestro país, está equivocado: la estrategia ya no debe estar centrada en crear empresas sino en hacer más fuertes, más vigorosas y más competitivas a aquellas que ya están operativas.

Como país, no debemos perder la brújula: lo que se requiere es pensar, diseñar estrategias que apunten a hacer de los emprendimientos ya existentes en empresas robustas, de esas que generan empleo, pagan sus impuestos y promueven el desarrollo económico y social de nuestro país y que a su vez, convoquen a nuevas empresas como proveedoras procurando así nuevas oportunidades de negocio.

Sin duda que necesitamos emprendedores y emprendedoras que al igual que lo hace Babson College, reformulen el país y el mundo cimentando el camino hacia un real desarrollo y crecimiento económico con inyección social. Pero también necesitamos reformular y repensar las estrategias que hasta ahora se han desplegado. Necesitamos pensar en grande y ahí un Ecosistema Emprendedor robusto, sólido es crucial.

Cómo país no podemos dar ventajas y debemos generar las condiciones para que nuestros emprendedores tengan mayores probabilidades de éxito. No podemos estar cambiando las condiciones, necesitamos urgente una política de Estado, que de estabilidad y continuidad al trabajo independiente de los gobiernos de turno.

Debemos generar consensos y estimular el entorno, debemos dar el salto, medir el impacto de los proyectos y programas, potenciar aquellos que capturen y generen impacto económico. De lo contrario seguiremos como país haciendo gastos y no inversiones en esta materia. Los emprendedores no pueden esperan más…y Chile ¿qué espera?

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