Entre lo que leo y escucho llegué a la conclusión que la Zofri no deja de ser atractiva para los turistas que visitan la Región de Tarapacá. Siendo el variopinto de ofertas comerciales accesibles al bolsillo la opinión que converge entre los miles de transeúntes que pisan, a diario, el suelo de la Zona Franca de Iquique desde su génesis en el año 1969 y que fueron en aumento tras el impulso que le dieron los gobiernos en el periodo 70-73 y luego en 1975.
Sin olvidar, por supuesto, el alma de los cientos de trabajadores que dan vida a un proyecto, que a mi criterio, merece una constante ocupación, más que preocupación.
Este espacio comercial se decretó por ley como un lugar – público y privado – que permitiría la inversión y flujo económico en la zona norte de Chile. Misión que se pretende mantener, pese a los cambios geográficos y vaivenes del peso chileno y del dólar que han tenido que enfrentar las más de dos mil empresas que operan, con el pasar de las décadas. Tal como se demostró, por ejemplo, en el boletín de octubre donde hubo un 6,4% de alza en las ventas en relación con el año anterior.
Incluso, hemos sido testigo de los nuevos atractivos (con nuevas marcas y ofertas) que se han incorporado a este espacio no sólo comercial sino familiar, con miras a un proyecto cada vez más integral…amigable. Mismo que comenzó en un humilde galpón arrendado en calle Patricio Lynch, en el sector La Puntilla, hace más de 40 años.
Por lo mismo y, en el marco de algunos cuestionamientos y preocupaciones válidas por parte de la Cordap sobre cómo mejorar tanto el sistema interno y externo de nuestro “galpón” del siglo XXI, me parece atingente recordar la positiva evolución de este histórico proyecto que, si bien hoy aúna en un territorio dos regiones y a su vez abraza las necesidades de los países vecinos, tuvo un origen humilde y de esfuerzo. Esfuerzo de casi cinco generaciones de personas que, a través de sus diferentes situaciones empresariales, han mantenido la génesis del galpón.
La misión es continuar, pero asumiendo nuevos desafíos como la inclusión de las tecnologías o la apertura a nuevas formas de hacer negocio donde puedan converger de manera integral otras potencialidades de nuestra ciudad como el turismo en su más amplia expresión. De esta manera hacerla más competitiva a los tiempos actuales para posicionarla como un motor moderno de la economía local.
Los desafíos son motivantes para todos si encontramos en ello sentido colectivo profundo. "El galpón" reinventado, donde la creatividad y la innovación marcan su nuevo destino, podría ser una bonita forma de mantener con orgullo el espíritu vivo de nuestra Zona Franca.
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