Enseñemos a pescar

Nuestro país se encuentra en plena época de cambios, y no lo digo sólo porque estamos a unos meses de las próximas elecciones presidenciales, pues creo que en general las últimas discusiones de carácter nacional han demostrado que han cambiado las perspectivas y las aspiraciones de las personas.

Si llevamos esto a un caso particular, podemos analizar lo ocurrido con el rechazo del proyecto minero Dominga, pues este hecho, dejó demostrado que aquello que era aceptado 20 años atrás hoy es rechazado por la ciudadanía y por el mundo político.

¿Qué deja al descubierto esta situación? Que actualmente, y pese a los factores económicos positivos que se puedan desprender de algunas iniciativas, se están generando planes de desarrollo que vayan de la mano con el medio ambiente y con el cuidado de las personas que viven en esos entornos.

Un escenario similar está ocurriendo en el mundo de la empresa, pues no podemos negar que hubo períodos en los que el trabajo de estas organizaciones estaba basado mayoritariamente en la obtención de utilidades, pero hoy, y producto de los cambios que se están viviendo a nivel nacional, en donde vuelve a primar la consciencia social, las diferentes organizaciones se han visto en la obligación de recobrar esa responsabilidad que se había perdido, esa que muchos denominan como RSE.

Pese a este “cambio” de mentalidad, creo que estas preocupaciones no sólo deben ir de la mano con el medio ambiente, pues creo que hay tres sectores que deber ser considerados permanentemente por las organizaciones en sus planes de desarrollo.

Hay quienes dicen que las empresas deben ser un espejo de la sociedad, y por ello, se debe fomentar e incluir la participación de ex presidiarios, discapacitados e inmigrantes.

Si tenemos en consideración que en uno de estos casos existe una normativa legal que obliga a tener un porcentaje de discapacitados en las empresas, nos encontramos con situaciones en que sólo los incluyen por cumplir con la ley y evitar multas, no por tener una real consciencia de los beneficios que trae esta contratación para el lugar de trabajo y para la persona.

Con respecto a los ex presidiarios tengo claro que hay casos excepcionales en donde es imposible volver a reinsertarlos en el mundo laboral, pero también estoy seguro de que existen quienes sí desean dar vuelta la página, empezar desde cero y encontrar una posibilidad de desarrollo.

Todos tenemos en claro que es fundamental “desinflar” el globo de la violencia, y pese a que es una labor difícil, si en algo puede aportar el mundo empresarial, debemos hacerlo, pues si cerramos todas las puertas, la persona probablemente volverá a delinquir.

No me cabe duda de que la mejor inversión para el mundo empresarial es configurarse como un ente inclusivo que ayude a lograr la paz social.

Pero ¡ojo! Se debe destacar que estas instituciones deben aportar en algo clave para que estas personas puedan efectuar de modo óptimo sus labores, capacitación.

Si un trabajador no cuenta con un proceso de inducción que le permita estar al tanto de las labores que debe ejecutar y cómo efectuarlas para evitar problemas, se puede generar un daño en su autoestima al creer que “no servía” para el cargo otorgado.

Como muchos saben, las empresas tienen el derecho - no la obligación - de destinar el 1% de las remuneraciones imponibles en capacitar a sus trabajadores, pero si deciden no hacer uso de este monto, pueden ser depositados en instituciones que se llaman OTIC (Organizaciones Intermedias de Capacitación) antes del 30 de diciembre, con el propósito de capacitar a miembros de estos tres sectores, pues si queremos ser efectivos, no es lógico ni adecuado contratar un discapacitado, un inmigrante o ex presidario sin previa capacitación.

Algunos me dicen que hablo mucho sobre la importancia de la capacitación, y claro, es que quiero que se tome conciencia sobre el impacto que puede tener para la vida de un trabajador, pues tal como dice un proverbio chino “regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”.

¿Entonces? ¿Enseñemos a pescar?

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