"Las zonas rurales son clave para el crecimiento económico de los países en desarrollo", dice la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Dicha afirmación no es ajena a nuestro país, y se condice con la necesidad de desarrollo y el equilibrio urbano-rural, uno de los desafíos más importantes de los últimos años.
Así, se hace fundamental potenciar la juventud rural a través de diversas acciones que contemplen la creación de redes y el co-diseño de actividades que permitan que estos jóvenes no tengan que salir del campo para obtener empleo o que puedan retornar a sus lugares de origen, tras el término de sus estudios.
De esta manera, la juventud rural viene a ser un agente dinamizador, sobretodo considerando que hoy los menores de 30 años tienen más escolarización y especialización en ámbitos asociados al área agrícola. Lamentablemente, la evidencia muestra que en Chile la migración de jóvenes desde el campo a la ciudad es alta y el retorno casi nulo. ¿Cuáles son entonces los principales desafíos? En el afán de mejorar la calidad de vida de la población, la Universidad Alberto Hurtado -a través de su Facultad de Economía y Negocios- ha buscado socios estratégicos y colaboradores con quienes generar proyectos de alcance regional que aporten al desarrollo del emprendimiento y la innovación, enfocándose en la juventud.
De esta forma, con la confianza del gobierno regional de O'Higgins y su consejo, se ejecuta el Centro de Innovación para la Juventud Rural, en una región donde 30% de la población es rural y 12% del PIB es representado por el sector agrícola. El desafío se manifiesta en la entrega de conocimientos, habilidades y actitudes que permitan que los jóvenes de las distintas localidades de la zona se incentiven en participar de programas de emprendimiento e innovación que les permitan, tras sus estudios formales, regresar a sus espacios de convivencia y llevar a cabo sus propios emprendimientos e innovaciones, siendo un aporte a la solución de problemáticas silvoagropecuarias en la zona.
El CIJR, en su primer año de ejecución, entregó un diagnóstico acabado de las necesidades de los jóvenes rurales, lo que permitió realizar capacitaciones en área de innovación y emprendimiento enfocadas en la aplicación de tecnologías 4.0, lo que se estampó en el financiamiento de 20 prototipos de ideas innovadores de jóvenes rurales, dentro de los cuales 45% son liderados por mujeres. En su segundo año, el proyecto viene a perfeccionar esta primera etapa y a desarrollar competencias relacionadas con la economía circular. De igual forma, y como gran desafío, se instalará un espacio físico en la comuna de Palmilla -que tiene 75% de población rural-, el que permitirá establecer un lugar de re-unión entre los diversos actores involucrados y proseguir el co-diseño de ideas que provienen de la misma juventud de la zona y que promueva los Objetivos para el Desarrollo Sostenible cuando restan siete años para dar cumplimiento a éstos. Es imperativo mirar con otra óptica los desafíos que tenemos, buscando otras formas de enfrentar los problemas de siempre con una perspectiva distinta desde lo local hacia lo global.
Absorber el 100% de la demanda de empleos de la población joven no es posible para las empresas, pero, cuando estos mismos jóvenes poseen las herramientas para poder emprender, innovar y desarrollar sus propias ideas, el destino es diferente. Nada de esto es, ni será posible, sin la cooperación público-privada y el trabajo mancomunado de las entidades subnacionales (gobiernos regionales y municipios).
En este paradigma, aparece un tema central que es la transferencia de la investigación y el rol universitario hacia la sociedad, hacia los asuntos acuciantes de la comunidad. La transferencia, la incidencia y la innovación es reconocer que la investigación multidisciplinaria puede cumplir un rol de efecto rápido y significativo en los problemas de transporte, pobreza, la hambruna, el cambio climático o el fenómeno migratorio del campo a la ciudad.
El fomento de la innovación, en sus distintas aristas, puede ser palanca del desarrollo sostenible y sustentable. En esta tarea, las universidades tenemos un deber de acompañar éste y otros procesos de cambios que dan pertinencia a nuestro quehacer y misión institucional.
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