No han sido tiempos fáciles para las pymes. Estallido social, pandemia, IVA a los servicios y muchas leyes que están pensadas para grandes empresas y que les impactan fuertemente.
Adicionalmente, el acceso a financiamiento está cada vez más escaso. La primera evidencia concreta de esta situación son las condiciones de oferta de crédito que permanecen restrictivas, especialmente para las pymes, de acuerdo a la Encuesta sobre Créditos Bancarios del Banco Central correspondiente al cuarto trimestre de 2022.
Y el mismo instituto emisor, a través del Informe de Estadísticas Monetarias y Financieras de enero último, muestra que enfrentamos la mayor tasa para los créditos comerciales desde que se tiene registro (15,7%)
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, parte de los capitales de las AFP se invertía en fondos que apoyan directa o indirectamente a las pymes. Recursos que, producto de los retiros y otras situaciones de mercado como altas tasas de interés, hoy están con poca liquidez para financiar a este segmento de empresas de menor tamaño.
Entonces, todo indicaría que las pymes están a la deriva en este turbulento mar compuesto también por una recesión que está llegando y una inflación que ha mostrado cierta resistencia.
Pero este escenario no representa sólo adversidades, ya que queda una pequeña ventana de oportunidad para las pymes gracias a que a diferencia de otras crisis, tienen a su disposición mecanismos de financiamiento alternativo, debidamente regulados. Sin embargo, esto no basta.
Se proyectan meses duros para las pequeñas y medianas empresas en el país. Pero sabemos que son la mejor solución para aumentar la competencia y evitar la concentración económica, lo que trae beneficios para todos los chilenos. Es bajo ese contexto que los distintos actores que incidimos en el mercado debemos crear instancias y pavimentar el camino para colaborar en esta época compleja, buscando y entregando soluciones que perduren en el tiempo.
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