Durante este mes, la Comisión Asesora Presidencial para la Medición de la Pobreza presentó recomendaciones que abren un debate crucial sobre cómo entendemos y medimos la pobreza en Chile. Según los últimos reportes, la pobreza por ingresos se sitúa en 6,5%, utilizando una metodología que ha permanecido intacta desde 2013. Sin embargo, este grupo advierte que, al implementar sus sugerencias, esta cifra podría escalar hasta un alarmante 22,3%.
La razón detrás de esta discrepancia es reveladora. La comisión propone eliminar el "alquiler imputado", actualizar la canasta básica de alimentos a patrones de consumo contemporáneos y valorar los productos consumidos por la población más empobrecida según los precios efectivamente pagados. Además se propone reemplazar la canasta de alimentos basada sólo en el consumo calórico, por una donde se incorporen criterios de alimentación saludable, siguiendo las guías alimentarias del Ministerio de Salud. Estos cambios son esenciales, ya que reflejan la realidad del costo de vida actual y los hábitos de consumo de los hogares más vulnerables. De hecho, la actualización de la canasta básica era urgente, pero se basó en patrones de consumo de casi una década atrás. Si se hubieran considerado los patrones post-pandemia, la pobreza probablemente sería aún más elevada, mostrando una imagen aún más sombría de la situación. Esto demuestra que a pesar de que la actualización de la metodología es un avance, aún hay mejoras pendientes a nivel técnico.
Dentro de este debate, es fundamental destacar que la pobreza no se puede entender únicamente a través de la falta de ingresos. La comisión también subraya la importancia de la pobreza multidimensional, que se refiere a las múltiples carencias que afectan el bienestar de las personas. La pobreza severa, que incluye tanto la pobreza monetaria como las carencias en áreas clave como educación, salud, trabajo, vivienda y servicios básicos, es un concepto que debe ser central en nuestro análisis. La pobreza severa se refiere a hogares que enfrentan simultáneamente carencias tanto en términos monetarios como en dimensiones no monetarias. Los hogares en esta categoría no solo tienen ingresos insuficientes, sino que también enfrentan limitaciones significativas que dificultan su recuperación y bienestar a nivel general.
La pobreza severa, caracterizada por una interacción compleja entre carencias monetarias y no económicas, requiere políticas públicas integradas que no sólo ofrezcan apoyo financiero focalizado, sino que también mejoren los servicios sociales y la infraestructura estatal. Las personas que viven en esta realidad son más propensas a caer en pobreza crónica, lo que pone de manifiesto la necesidad urgente de un enfoque integral, que tenga como eje la universalidad de las políticas públicas.
Este enfoque no puede ser una mera opción; es un imperativo moral y político. Las políticas dirigidas a mitigar la pobreza deben considerar la complejidad de la pobreza multidimensional para ser efectivas y sostenibles. No basta con ofrecer asistencia económica; es esencial proporcionar acceso a servicios y oportunidades que mejoren la calidad de vida de los hogares más empobrecidos.
Las recomendaciones de la Comisión Asesora Presidencial son un llamado a la acción para repensar cómo medimos y abordamos la pobreza en Chile. También es una oportunidad para abrir el debate técnico y mejorar los diferentes indicadores que pueden implicar la pobreza. Complejizar los análisis acerca del empleo, incluyendo indicadores de calidad, es urgente, así como integrar nuevas categorías a la pobreza multidimensional como lo es la disponibilidad de tiempo, un factor clave para comprender la mala calidad de vida de los hogares.
Es hora de trascender la visión unidimensional centrada en los ingresos y construir un debate técnico y político que nos permita desarrollar políticas públicas que reflejen la verdadera realidad de la pobreza. Solo así podremos avanzar hacia un futuro más equitativo y justo, donde cada persona tenga la oportunidad de prosperar y alcanzar un bienestar integral.
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