¡No es cosa de millenials! Flexibilidad laboral, más que una moda, una necesidad

Todos hemos sido testigos de cómo el mundo se transforma a velocidades nunca antes vistas. Claramente, la mayoría de estos cambios tienen su base en las nuevas tecnologías, pero ninguno es posible sin un proceso transformación cultural asociado, es decir, sin las personas convencidas y comprometidas con el proceso.

Ese es precisamente el caso de la flexibilidad en el trabajo, una tendencia que se escucha hace mucho, pero que recién hoy está en pleno apogeo, con grandes referentes a nivel internacional, como Dinamarca, Suecia, Holanda e Inglaterra, donde prima una cultura basada en objetivos por sobre el compromiso presencial. 

Ahora bien, las razones de su auge tienen directa relación con el proceso de transformación y cambio social y cultural de los últimos 10 años, con un mayor énfasis en una transformación digital, ya que ésta ha provisto de herramientas que facilitan la conectividad, instantaneidad, colaboración y el trabajo a distancia, entre otros.

En Chile, muchas compañías han buscado mejorar continuamente y replicar buenas prácticas ya experimentadas en otras latitudes.

En este sentido, han tenido que generar una inversión no menor en infraestructura, pero, además, se han visto enfrentados al desafío de modificar su cultura interna, desarrollando nuevos conocimientos asociados a herramientas modernas y competencias laborales específicas, como la confianza, empoderamiento y la autogestión. 

Para llevar a cabo este proceso de transformación, existen principios claves indispensables: la confianza, las tareas por objetivos y la calidad de vida de los trabajadores. Sin ellos, y una visión y convicción empresarial, es difícil transitar hacia las nuevas formas de trabajo.

Otro elemento habilitador clave son las tecnologías, ya que ellas permiten la omnicanalidad e instantaneidad de la información, la seguridad de ésta y la conectividad que permiten participar continuamente a pesar de la distancia.

Por otra parte, también hay otros elementos que deben ser desarrollados en los líderes y colaboradores, que se relacionan con romper paradigmas tradicionales de gestión y liderazgo, como la habilidad de gestionar equipos a distancia, el uso eficiente del tiempo y cómo priorizar, entre otros elementos. 

Si bien el proceso requiere tiempo para una implementación correcta, el teletrabajo es una necesidad para alcanzar el balance entre la vida personal y un ambiente de trabajo atractivo que responda a las necesidades de las distintas generaciones.

Los beneficios inciden directamente sobre la calidad de vida de las personas, permitiéndoles ajustar sus tiempos para disfrutar más junto a sus seres queridos, teniendo espacio para desarrollar hobbies, deportes y estudios, entre otros, favoreciendo su desarrollo y bienestar integral, al mismo tiempo que mejora la productividad individual y colectiva, disminuyendo el nivel de estrés y facilitando la capacidad de cumplir compromisos y metas, entre otros. 

En el caso de BCI, los colaboradores y sus familias son uno de los cuatro pilares fundamentales de su misión empresarial. De hecho, cuentan con una “ecuación virtuosa” (como ellos le llaman) que manifiesta: colaborador contento = cliente contento = accionista contento.

Es decir, el colaborador está en el centro de su gestión empresarial, entendiendo que su éxito y compromiso llevará a la satisfacción de los clientes y al éxito de la compañía.

Es así como hace más de 8 años, y teniendo como base esta máxima de cara a sus colaboradores, es que se creó el programa TAM, “Trabajo a Medida”, que busca adecuarse a la diversidad de intereses y motivaciones de los colaboradores, ofreciendo 5 modalidades que contemplan: horario flexible, oficina flexible, trabajo remoto desde el hogar los 5 días de la semana, media jornada y permisos sin goce de sueldo de 1 a 3 meses para que puedan llevar a cabo proyectos de índole personal.

Además, esta año están piloteando tres nuevas iniciativas, entre las que está el “Home Office”, donde equipos completos se organizan para que cada miembro trabaje un día a la semana de forma remota; “Full Flexible” donde los colaboradores deciden donde trabajarán cada día según las necesidades de su cargo; y por último “TAM Extranjero” donde se puede trabajar hasta 3 meses desde otro país. 

Finalmente, es claro que el teletrabajo cada día gana más adeptos y fuerza en Chile.

Sumarse o no a esta modalidad no es una alternativa, el principal desafío es cómo hacerlo, de qué manera adaptar nuestras políticas empresariales, y cómo apoyar el cambio cultural que esto requiere, siempre teniendo presente que la transformación ya está aquí y llegó para quedarse.

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