No es novedad que el mercado inmobiliario enfrenta riesgos de corto y mediano plazo, como la inflación en los materiales, alza de tasas de interés y acceso más restrictivo a los créditos, todo lo que lleva a encarecer finalmente el precio de las viviendas.
Ese es un impacto no sólo para los clientes sino también para las empresas, por los mayores costos asociados, frente a lo cual deben actuar, enfocándose en capturar valor y aumentar la productividad, porque ésta es un buen mitigador del aumento de precios en la construcción, que pasa por una mirada desde la estandarización a la hora de construir, y no necesariamente por el lado de la industrialización.
Hay evidencia de que la productividad puede ser una buena herramienta para hacer frente a un ajuste de precios. Es un desafío y una oportunidad que debieran considerar las inmobiliarias y constructoras, porque existe brecha en ese ámbito.
La productividad en la industria de la construcción exhibe un rezago en relación al resto de la economía, y alcanza a un tercio del promedio de los países OCDE, según estudio presentado por CChC y CNP 2020 y por estudios anteriores presentados en diversas instancias.
Es un buen tiempo para avanzar en productividad y rendimiento, en directo beneficio de clientes, trabajadores, accionistas, y por la activación económica del país, sobre la que la industria de la construcción tiene un papel relevante.
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